«El incendio en La Cabrera en agosto debe enternderse como una oportunidad para mejorar la gestión de las áreas vegetales de la zona»

Agronews Castilla y León

2 de septiembre de 2017

Desde la Asociación Cabrera Natural y la Asociación El Cabezo consideran que el incendio debe ser una oportunidad para abordar la planificación de la gestión y manejo de las comunidades vegetales naturales y de las plantaciones forestales de la comarca, de forma que se preserve el patrimonio natural de la misma, y que pueda ser compatible con actividades socioeconómicas como el turismo de naturaleza, la ganadería, caza, pesca, etc., así como generar empleo en la comarca. Su inclusión en la Red Natura 2000 y en la red de espacios protegidos de Castilla y León, facilitaría el acceso a fondos encaminados a la conservación de recursos naturales en un marco de sostenibilidad.

El paisaje actual de La Cabrera es un mosaico de comunidades vegetales maduras fragmentadas y seriales que albergan diferentes tipos de comunidades de flora y fauna de interés, y que es necesario preservar y fomentar. Por tanto, no solo es necesario preservar los ya existentes bosques maduros y fomentar la recuperación de los bosques incendiados, sino también conservar los espacios abiertos o semi-abiertos por la actividad humana (pastos, arbustedas de talla baja como brezales y piornales, y matorrales de talla alta como escobonales), que albergan diferentes tipos de comunidades de flora y fauna de notable interés.

El primer paso a realizar sería evaluar el estado del tapiz vegetal y ríos de la comarca, tanto de las zonas actualmente quemadas como de las que no lo han sido. Así, antes de diseñar medidas de restauración, es necesario tener un conocimiento de la situación real. A partir de aquí habrá que tomar decisiones y una de ellas, clave, será planificar y decidir si es necesario actuar, en qué zonas y de qué modo. En muchos casos la decisión más acertada podría ser dejar que nuestros sistemas naturales evolucionen de manera natural a bosques maduros (melojares, encinares, bosques de ribera, etc.).

En el proceso de evaluación sería conveniente contar con el asesoramiento de expertos en la materia. Desde las distintas entidades (gobierno regional, local, asociaciones) se debe promover el desarrollo de charlas y mesas de trabajo sobre restauración de espacios naturales tras incendios, etc. Las asociaciones Cabrera Natural y El Cabezo están abiertas y dispuestas a desarrollar este aspecto clave, y poner en contacto a las administraciones locales y expertos.

A continuación se plantean, de modo preliminar, algunas posibles medidas a tener en cuenta en áreas afectadas por el incendio:

  • Evaluar el grado de afectación de los distintos ecosistemas terrestres y las posibilidades de regeneración natural de las distintas comunidades vegetales, tanto de ladera como de ribera, y de recuperación de las comunidades faunísticas asociadas.
  • En las áreas dominadas actualmente por robles y encinas, es esperable una regeneración natural pero lenta, que a medio plazo va a generar bosques muy pobres respecto de lo que se sabe fueron en el pasado. Cabe por tanto la opción de enriquecer la diversidad de estas formaciones con distintas especies de leñosas frondosas autóctonas de la comarca (ver listado anexo).
  • El uso de especies autóctonas de la comarca supone consultar con viveros de la provincia y regiones colindantes, especializados en planta autóctona (procedente de la región o cercanías) o generar semilleros a partir de semillas recolectadas en la propia comarca para obtener brinzales.
  • Evaluar los efectos del incendio sobre los ecosistemas fluviales y las poblaciones de especies acuáticas de elevado interés como el desmán o la trucha. Respecto a esta última especie es vital valorar el estado en que se encuentran los frezaderos tras el depósito de cenizas y materia orgánica en los mismos y si es necesario llevar a cabo labores de recuperación de los mismos.

Alternativas complementarias a la regeneración y sucesión natural de formaciones vegetales:

  • Favorecer la repoblación con especies de frondosas autóctonas.
  • Evitar las plantaciones extensivas monoespecíficas ya que son más susceptibles a las plagas y los incendios se propagan con mayor facilidad.
  • Creación de pequeñas plantaciones poliespecíficas o “islas forestales” de especies arbóreas autóctonas (ver listado anexo), consistentes en una parcela de unos 100 – 200 m2, instaladas tanto en ladera como en ribera y valladas temporalmente (5-10 años). Muchas de las especies de ribera pueden plantarse directamente a partir de esquejes de plantas de la misma zona.

Los bosques isla tienen varias funciones de gran importancia:

  • Servir de áreas fuente, que ayuden a que el bosque se recupere antes y con una composición más variada. Si no se hace de esta manera, los bosques que surjan de manera natural estarán dominados por especies rebrotadoras que hasta ahora han tolerado las distintas perturbaciones humanas (robles y encinas).
  • Enriquecer los bosques con especies de frutos carnosos de los que se alimentan diferentes tipos de animales como aves, roedores o incluso grandes mamíferos, ayudando así a recuperar la fauna original de las zonas afectadas.

Los bosques isla se pueden distribuir de manera aleatoria, no sólo en zonas quemadas recientemente, si no en áreas no afectadas de matorral bajo donde se quiera ayudar a la recuperación de la masa forestal original de la comarca. Requerirán cierto mantenimiento los primeros años (vallado de exclusión, riego, etc.) por lo que sería recomendable instalarlas cerca de pistas accesibles y próximas a los pueblos. El establecimiento de bosques isla requiere un número de brinzales/esquejes notablemente menor que el de repoblaciones o plantaciones extensivas. Igualmente, el esfuerzo de mantenimiento también es menor, y el porcentaje de supervivencia de brinzales es mayor que en las repoblaciones extensivas.

  • Evitar las repoblaciones de pinos, especialmente de especies de pinos que no concuerdan con el clima local (i.e. las actuales plantaciones de Pinus uncinata o P. radiata). Se puede plantear la existencia de pinares más naturales de Pinus sylvestris en las zonas más altas y rocosas.
  • Hacer entresacas en las plantaciones de pinos ya existentes, con vistas a una paulatina sustitución de las mismas por frondosas. Se puede aplicar el sistema de “bosques isla”.
  • No realizar plantaciones con aterrazado del suelo. Se agravaría aún más la calidad de los suelos existentes puesto que rompe la estructuración natural y evolución de los suelos.
  • Para disminuir la erosión por escorrentía respetar y/o favorecer la cobertura arbustiva junto con los árboles plantados. La erosión se frena más eficientemente con un tapiz de arbustos más o menos continuo que con una plantación de brinzales de especies arbóreas dispuestos cada 2 metros, donde se ha eliminado la cobertura de especies leñosas arbustivas. Los arbustos van a rebrotar y cubrir más área más rápidamente que los brinzales pues tardarán años en convertirse en árboles. Aunque los arbustos pueden competir por el agua y nutrientes con los brinzales de especies arbóreas plantados, también tienen una función nodriza aportando sombra.
  • En caso de efectuar repoblaciones con especies arbóreas, es preciso contener su extensión pues también hay que valorar y mantener el importante papel de las zonas abiertas (pastizales, matorrales). Éstas contribuyen a crear un paisaje en mosaico con distintos hábitats que favorece una mayor diversidad de especies tanto de flora como de fauna.
  • Realizar la disposición de cajas nidos antes de la primavera en los bosques no afectados, para favorecer la reproducción de las aves, ante la falta de lugares naturales tras el incendio, ya que la comarca cuenta con más de 80 especies de aves reproductoras, muchas de ellas forestales. También pueden instalarse en zonas urbanas y periurbanas.
  • Llevar a cabo programas de educación ambiental en áreas urbanas y periurbanas siguiendo el modelo de plantaciones de bosques isla e instalación de cajas nido y comederos, mediante jornadas con colegios de la comarca y de la región, pero también jornadas con la población local, que ya se han puesto en práctica con éxito entre los vecinos en localidades de la comarca (p.ej. Valdavido).
  • Realización de charlas informativas sobre la problemática de los incendios, el manejo y gestión sostenible de los bosques y de las plantaciones, los valores naturales de la comarca, etc. a cargo de asociaciones de la zona, agentes medioambientales, expertos, etc.
  • Incrementar las dotaciones de personal y los medios en los agentes medioambientales y del Seprona en la zona.


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