La tomadura de pelo

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La tomadura de pelo a la que se ha visto sometida España (al menos aquellos que hayan hecho caso) estos días sólo es posible en una sociedad anestesiada en la que el pensamiento único y la película B de buenos y malos es el principal aval de quien ha querido ser director, guionista, protagonista, secundario y chico de los recados de Israel tras serlo de Palestina y Bildu.

Recapitulemos. Ese al que el ministro Óscar Puente, con muchas más razones de las que piensa la oposición, ha bautizado como “el puto amo” anuncia cinco días atrás que no anuncia nada y que ya lo anunciará el lunes. Al momento, quién más, quien menos, estaba seguro de que la carta, con sabor neutro, ni amargo, ni a lágrimas, era un órdago a la grande por mucho que lo de jugar a las cartas, y especialmente al mus, sea cosa de fachas y de la extrema derecha. Vamos, que, de dimitir, nada de nada.

Sin embargo, a medida que pasaban los días, y de eso se trataba, hasta en los mayores detractores del líder crecía la incertidumbre. Hasta los periodistas más críticos empezaban a concebir la esperanza de la dimisión. Claro, el problema es que sus únicas fuentes son el PP, y no parece que los populares estuvieran en la pomada de la decisión dizque presidencial.

La tomadura de pelo

En las otras filas, las de los agradecidos, a saber, PSOE, extrema izquierda, independentistas, etarras, sindicalistas, actores… empezaba a cundir el desánimo. Hoy podemos intuir que era más bien pose, que quizá sí estaban en esa pomada para ellos balsámica y sabía que “Pedro sigue”. Pero no todo estaba ganado. Las televisiones afines, más bien todas, esas que no hay que cerrar, se afanaban en mostrar planos cortos que evitaran los vacíos de las inmediaciones de Ferraz, calle abajo, calle arriba, callejón del agua, cuántos amores llevas.

tomadura, peloY seguía la tomadura de pelo. El lunes, la España que madruga se levantaba sin saber la hora del mensaje presidencial (eso no pasa en Navidad con el Rey, ya que tanto queremos parecernos); a las 9, que sería a las 12; a las 10, que a las 11, todo como un juego que ni siquiera es adolescente, que no pasa de infantil y de calle de barrio de la época de Franco.

Llega el momento. Solemnidad. Recuerdos de tiempos de covid. Y empiezan cinco minutos de toma y daca, de mezclarlo todo, de jugar con asuntos tan graves como la violencia doméstica en los que el mensaje, el titular, fue algo así como “me quedo para que mi mujer y todas las mujeres no se tengan que quedar en la cocina”. Se lo juro, repasen, si tienen estómago, el vídeo, o el audio, y verán que no les miento (antes de que nos cierren).

Dice el ministro Óscar Puente, puede que con mucha más razón que la que piensa la derecha, que Sánchez, presidente, es ”el puto amo”. Me lo creo, lo asumo, pero me da que, después de todo esto, no volverá a pedir el reconocimiento del inexistente estado palestino y será más respetuoso con la democracia israelí y, por ende, con Estados Unidos, incluso ahora con la posible vuelta de Trump.

Blog de Ángel Cuaresma

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