Las variedades de vid resistentes a enfermedades fúngicas como el oídio o el mildiu son ya una realidad en buena parte de Europa. En España, estas variedades están aún en fase de estudio, pero se presentan como una alternativa más que prometedora para el sector vitivinícola. El mayor interés para el sector será la obtención y utilización de variedades autóctonas nacionales, pero mientras eso se consigue, los esfuerzos se encaminan ahora al estudio del uso de variedades europeas y su adaptación a distintas zonas de España.
En Castilla y León, se lleva a cabo un ensayo con estas variedades en la zona de Valladolid, en el marco de un proyecto colaborativo entre ITACyL, Agromillora, INCAVI, INTIA y NEIKER, que ensayan además en otras tres zonas: el valle de Baztán, Vitoria y el Penedés, todas ellas de diferentes climas y tipos de suelo.
En concreto, las variedades que se están estudiando (obtenidas y seleccionadas por la Universidad de Udine, ubicada en Italia) son: cinco de uva blanca (Fleurtai, Soreli, Sauvignon Kretos, Sauvignon Nepis y Sauvignon Rytos) y cuatro de uva tinta (Cabernet Eidos, Cabernet Volos, Merlot Khorus y Merlot Kanthus).
El proyecto ya ha arrojado algunas conclusiones importantes, que se han puesto de manifiesto en la reunión anual celebrada recientemente en Valladolid para poner en común los resultados obtenidos durante el último año. Entre ellos, la buena resistencia a mildiu y aceptable a oídio de estas variedades y la reducción de los tratamientos fitosanitarios en manejo ecológico en una horquilla de entre el 50% y el 75%, que era precisamente uno de los objetivos del proyecto. «Hemos demostrado que se trata de una buena herramienta, ya que conseguimos reducciones muy significativas con el consiguiente beneficio económico y medioambiental», destacaba el investigador de ITACyL Enrique Barajas.
Vinos muy apreciados
Durante la reunión, se celebró además una cata con los vinos elaborados a partir de estas variedades. «Son vinos correctos y cabales tal y como marca la normativa para la aprobación y registro de las variedades», destaca Barajas. Además, muchos de los vinos de estas variedades «recuerdan y son muy semejantes a la variedad o parental noble del que proceden (Cabernet Sauvignon, Merlot, Sauvignon Blanc)», añade.
Se trata sin duda de variedades muy prometedoras para el futuro del sector en Castilla y León que ya han obtenido alabanzas en reuniones y catas internacionales como la celebrada recientemente en el Centro de Investigación de los Viveros Cooperativos Rauscedo, en Italia, donde fueron muy bien valorados y apreciados.
El objetivo ahora es ver qué variedades de las estudiadas tienen mayor potencial para los viticultores de Castilla y León. «Tenemos una labor importante de transferencia al sector, ya que son variedades aún desconocidas para la mayor parte de nuestros viticultores. Tenemos que hacerles ver que es una muy buena alternativa con grandes beneficios para el sector», apunta Barajas, quien se muestra convencido de que «las variedades resistentes ya han llegado y, aunque nos cueste un poco se van a quedar para convivir con el resto de variedades que ya tenemos».
Enfermedades endémicas
El oídio y el mildiu son enfermedades fúngicas que aparecen en los viñedos de forma endémica. Tal y como señalan los investigadores de ITACyL, ambas patologías atacan a los órganos verdes de la vid: «El oídio comienza a expresarse en hojas, como pequeñas manchas de un polvillo blanco ceniciento». Por su parte, la infección primaria por mildiu se distingue por dejar marcas similares a manchas de aceite en el haz de color amarillento.
Aunque por el momento los resultados no son definitivos, el cultivo de estas variedades alternativas podría aportar grandes beneficios para los productores de las zonas que, año tras año, se ven afectadas por estas patologías.
