«Una parcela indivisible ¿Puede cambiarse en una permuta?» Éste caso ha llegado, a través del correo campocopezamora@gmail.com, hasta el consultorio que la abogada de Agronews, Celia Miravalles, mantiene en el programa que COPE Zamora, de la mano de María José Salvador, dedicada cada día de la semana al sector agrario.
Aquí tienes la respuesta en este pequeño audio y si te interesa más leerla, la tienes un poco más abajo
Pregunta: «Una parcela indivisible ¿Puede cambiarse en una permuta?»
Soy propietaria de una parcela INDIVISIBLE, y mi lindero me está pidiendo el favor de que le PERMUTE un trozo de ésta por otra parte de la suya. Podría hacerse? además esta tierra está hipotecada Serían ustedes tan amables de informarme si se puede hacer? En espera de sus noticias reciban un saludo
Respuesta de Celia Miravalles:
si la parcela es indivisible no puede segregarse una parte pues no reúne el requisito de la unidad mínima de cultivo, solo se podría si fuera para agregarse a otra colindante y quedaran dos fincas mayores a la Unidad mínima de cultivo. Es decir que si segrega una parte de la finca para añadirla a la colindante, siempre que queden dos fincas con superficie mayor a la unidad mínima de cultivo.
Otra opción seria estudiar si fuera posible una rectificación de linderos en el catastro, pero la permuta como tal en principio no parece viable, salvo que únicamente sea una permuta de uso y quede documentada
Una parcela rústica indivisible es un tipo específico de propiedad de tierra que, debido a diversas normativas legales, restricciones de uso, o características propias, no puede ser dividida en unidades menores para su venta o desarrollo independiente. Este concepto es particularmente relevante en el ámbito del derecho rural, la planificación territorial y la gestión de tierras, donde se busca equilibrar la utilización eficaz de los recursos naturales con la conservación del paisaje, la biodiversidad y las prácticas agrícolas tradicionales.
Las tierras rústicas, en general, se refieren a terrenos ubicados fuera de los límites urbanos, destinados principalmente a actividades agrícolas, ganaderas, forestales, o cualquier otro uso que se relacione directamente con el aprovechamiento del suelo natural. La característica de «indivisibilidad» impuesta a ciertas tierras surge como una medida para proteger el valor ecológico, económico y social de estos terrenos. Por ejemplo, en muchos casos, esa imposibilidad de dividirlas busca prevenir la fragmentación excesiva de la tierra agrícola que podría comprometer la viabilidad de las explotaciones agrarias, reducir la eficiencia de la gestión del agua y del suelo, y fragmentar hábitats críticos para la conservación de la biodiversidad.
La indivisibilidad de una parcela rústica puede estar determinada por la legislación nacional o regional, por disposiciones en los planes de ordenamiento territorial, o por acuerdos privados entre propietarios, como es el caso de las herencias o legados que establecen la imposibilidad de dividir la tierra para asegurar la continuidad de una explotación agrícola en manos de una sola entidad familiar o empresarial. Además, la designación de una tierra como indivisible puede estar motivada por la presencia de recursos naturales valiosos, áreas de conservación ecológica, o por formar parte de una denominación de origen protegida que añade valor a los productos agrícolas allí producidos.
La gestión de este tipo de tierras plantea desafíos y oportunidades. Por un lado, asegura la conservación de grandes extensiones de tierra con alto valor agrícola o ecológico, facilitando prácticas de manejo sostenible y la preservación del paisaje rural. Por otro, puede limitar las opciones de los propietarios para desarrollar o vender su propiedad, lo que a veces genera tensiones entre los intereses privados y los objetivos de conservación y desarrollo sostenible.
En resumen, la imposibilidad de la partición representa un instrumento de política territorial que busca equilibrar la utilización sostenible de los recursos naturales con la protección del patrimonio agrícola y natural. A través de esta figura, se busca fomentar una gestión del territorio que sea coherente con los principios de desarrollo sostenible, conservación del medio ambiente y mantenimiento de la actividad económica rural.
