«La fertilización, clave para obtener una óptima producción en girasol» Agropal

Agronews Castilla y León

17 de septiembre de 2014

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La superficie de girasol sembrada en la comunidad de Castilla y León ha aumentado en las últimas décadas. Este incremento se ha debido a que es un cultivo perfectamente adaptado a nuestro clima y suelo, que resulta muy adecuado para establecer un calendario de rotación de cultivos con cereales, leguminosas, etc. Y, además, no requiere una inversión elevada para su implantación. Como colofón, proporciona una buena rentabilidad final.

La mejora genética de la semilla de girasol es muy reseñable. El peredovick – primer girasol de origen norteamericano (utilizado como planta ornamental) y desarrollado por la antigua URSS – se caracterizaba por su buena producción en kilos por hectárea, pero no se tenía en cuenta la grasa.

Toda la mejora genética actual está encaminada a encontrar variedades híbridas con gran producción en kilos por hectárea; pero teniendo en consideración la grasa, que es lo que da mayor valor añadido a la pipa. Ahora podemos encontrar en el mercada una amplia gama de semillas con todo tipo de características: gran producción, diferentes tipos de grasa y distintos ciclos vegetativos.

Las últimas mejoras genéticas ya han servido para crear semillas tolerantes a ciertos herbicidas para tratamientos en postemergencia del cultivo. Antes se le consideraba como un cultivo marginal, se sembraba en las parcelas inferiores, no se abonaba ni se le proporcionaban cuidados.

Esto es un grave error y ahora todo ha cambiado; se abona, se trata para combatir las malas hierbas y se intenta alcanzar la máxima producción.

El girasol, como planta de origen desértico, no es muy exigente en cuanto a abonado. Su gran poder radicular (puede llegar hasta los tres metros de profundidad) le permite extraer todos los nutrientes que necesita de varias capas del suelo.

Pero para obtener la producción deseada es necesario abonar lo suficiente como para cubrir todas sus necesidades. Para productir una tonelada de pipas de girasol necesitamos una fertilización de entre 30 y 40 kilos por hectárea de nitrógeno, de 15 a 20 kilos por hectárea de fósforo y de 30 a 40 kilos por hectárea de potasa. Estas son necesidades medias a aportar al cultivo.

La potasa es muy importante en girasol pues es el elemento fertilizante que proporciona el nivel de grasa en la pipa; que es su valor añadido, no solo los kilos.

Herbicidas y potasa

Los tratamientos herbicidas del cultivo son necesarios, no solo para eliminar la competencia de las malas hierbas; también para combatir las que pueden perjudicar al cultivo del siguiente año (bromus, avena loca, etc).

Hay pocas alternativas en cuanto a herbicidas. En preemergencia es posible aplicar Linuron o Pendimetalina. O hacer siembras de variedades tolerantes al imazamox (Pulsar) o al tribenuron (Granstar) y aplicar dichos productos en postemergencia temprana del cultivo. Para el control de gramíneas sería necesario aplicar un producto antigramíneo cuando estén la mayor parte ya nacidas, debido que es un remedio que solo funciona por contacto.

Un insecto que puede afectar al girasol, y del que hay que estar muy pendiente, es la rosquilla (Heliothis). Se trata de un gusano de suelo que afecta al cultivo en los primeros estadios, cortando las plántulas por el tallo y ocasionando su muerte. El tratamiento es sencillo; aplicar un insecticida de base piretroide durante el atardecer y, aunque suene a broma, resulta fundamental añadir un poco de anís a la cubra. Es un insecto que durante el día está enterrado, pero emerge por la noche y es atraído por el olor del anís.

Un microelemento de fertilización muy importante, y que pocas veces se tiene en cuenta, es el boro. Este elemento es fundamental a la hora del cuajado y de protección de las hojas de la planta. Con carencias débiles de boro las hojas se secan antes de tiempo.

Con carencias muy graves la planta no llega a echar el capítulo. La solución es aplicar de forma foliar este elemento, si antes no hemos abonado con una fórmula que tenga boro. Siguiendo estas fáciles recomendaciones conseguiremos aumentar nuestras producciones de girasol.

Girasol alto oleico, un valor añadido

El girasol alto oleico tiene similares características agronómicas que el girasol híbrido convencional, pero su diferencia fundamental radica en el tipo de aceite que producen estas variedades. El girasol alto oleico tiene un mayor contenido en aceite oleico (entre un 80 y 92% más) y un menor porcentaje en aceite linoleico (de un 8 a un 10% menos) que el de las variedades convencionales.

En los últimos años, la genética en las variedades alto oleicas ha conseguido producciones similares en kilogramos por hectárea a las convencionales, pero con el valor añadido del aceite alto oleico.

Lo fundamental para conseguir esa calidad, está en buscar una semilla que nos garantice ese tipo de aceite. También es necesario tener un cuidado exquisito a la hora de la siembra y la siega de la pipa. Un inconveniente es que la contaminación por otras semillas de girasol nos puede ocasionar que se tenga que desechar la cosecha, por no llegar a los parámetros de calidad fijados para el aceite. A pesar de todo, los cuidades agronómicos de este tipo de girasol son los mismos quel os que requiere el girasol convencional.



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