El imperio salmantino del mimbre y su dramática caída

Agronews Castilla y León

27 de julio de 2014

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  • Hubo un momento que Villoruela tuvo la exclusiva del artículo del mimbre en prácticamente toda España

Villoruela, como hito y referente de la actividad artesanal del mimbre a nivel europeo, bien merece que sea estudiado en tratados académicos de economía. Un pueblo de mil habitantes, enclavado en un medio agrícola, con dos zonas bien diferenciadas: la zona de la vega, de regadío, y la zona alta de secano con una parte también de regadío.

Es en esta zona alta donde, décadas atrás, se veía un paisaje variado, amorfo e indefinido. No era el paisaje de las llanas y anchas besanas de castilla, era una combinación de cultivos de cereales que se adornaban con viñas y grandes y viejas mimbreras que rompían la monotonía de la llanura. De estas mimbreras salieron los primeros cestos y cuévanos con los que se vendimiaba en Villoruela y pueblos de alrededor, y los más arriesgados y quizá un poco aventureros, se desplazaban y llegaban con sus burros y la mercancía hasta Madrid e incluso a Zaragoza (ida y vuelta una semana) y se traían unas cuantas pesetas o reales.. Así pudo ser el inicio de lo que se convertiría más adelante en lo que hemos convenido en llamar el imperio del mimbre.

Llamamos imperio porque en las mismas entrañas de este concepto se cuece un afán de conquista. Todos los vecinos tenían trabajo, alternaban la artesanía primaria con la siega de cereales. Con todo ello en el pueblo había hambre y en muchas familias miseria. Estamos hablando del primer tercio del siglo pasado.

Con sus largos viajes en burro y su facilidad en colocar la mercancía, comenzaron a atisbar que podrían vender sus artículos de mimbre más allá del corto horizonte que tenían delante, que sus trabajos eran valorados lejos de sus cuartos de trabajo, que podían competir con la mercancía que fabricaban en algunos pueblos vascos (Zumárraga, por ejemplo, en un tiempo, muy corto, competidor) .o en Valencia.

[[{«fid»:»10768″,»view_mode»:»media_original»,»type»:»media»,»attributes»:{«height»:247,»width»:340,»style»:»width: 340px; height: 247px; border-width: 5px; border-style: solid; margin: 5px; float: right;»,»class»:»media-element file-media-original»}}]]Con ese concepto de imperio y de conquista se dieron cuenta también de que necesitaban sustituir los burros por otros medios de transportes más modernos y rápidos. Este nuevo concepto de transporte , posiblemente el menos valorado, fue el factor y motor más importante y efectivo para que la artesanía del mimbre de Villoruela se convirtiera de hecho en una gran empresa manufacturera y artesanal que ocupaba, excepto una docena de agricultores, a toda la población. Ya no era solo la camioneta del Sr. Eduardo, fue la compra de camiones por parte de muchas familias y la utilización del tren, lo que facilitó la puesta de la mercancía, en el menor tiempo posible, en todas las tiendas de España.

Otro factor que impulsó la artesanía del mimbre fue la diversificación de artículos. Había muchas ganas y existía verdadera capacidad de innovar y crear nuevas piezas y modelos. Aunque era un trabajo doméstico, de familia, se intentó crear alguna organización laboral, tipo empresa, tipo cooperativa, pero todo proyecto en esa dirección fracasaba. Posiblemente el trabajo puramente artesanal, a veces rozando el arte, en el que cada pieza reflejaba la peculiaridad de cada persona, de cada artesano-artista, no sea compatible con la estructura y filosofía de una empresa o cooperativa.

Era curioso, pero cada familia se especializaba en un articulo: silla de la abuela, sillón de abanico, tresillos, roperos , estanterías, jugueteros…. y en cada familia se trabajaba en cadena, aunque resulte sorprendente ,las mujeres hacían los asientos, los abuelos y los niños los bolos (un trenzado-adorno de las patas ) y el cabeza de familia el tejido completo del sillón…

Y la producción se multiplicó y se multiplicó posiblemente en un porcentaje desmedido.. Villoruela no tenía competidor en España. Hubo un momento en que Villoruela tuvo la exclusiva del artículo del mimbre en prácticamente toda España. Todo lo que se fabricaba se vendía, absolutamente todo. Y fue cuando alguien pensó si este imperio no podría conquistar Europa. Y se inició la aventura europea. El pueblo se convirtió casi en una aduana a la que llegaban diariamente camiones extranjeros de Alemania, Bélgica, Holanda, Francia…que retornaban a sus países de origen llenos de artículos de mimbre. Esto obligaba a seguir aumentando la producción con la consiguiente ampliación de las jornadas laborales ya interminables y extenuantes. Era un trabajo a destajo cuya reflexión derivaba en si me hago una pieza más, la ganancia es mayor y esta reflexión tan simple fue el comienzo de un camino hacia atrás sin retorno, porque se fabricaban tal cantidad de piezas que se saturó el mercado, y ocurrió algo que se preveía… se descuidó la calidad. Había que atender la gran demanda de España y de Europa, había que aprovecharla como fuera. Fue un error primar la cantidad sobre la calidad. Fue el primer eslabón de la caída, el imperio fue tornándose en un castillo de naipes propicio a desmoronarse poco a poco.

Además coincidió cronológicamente con la llegada de los países del Este, con artículos de menor calidad, pero más baratos y algunos muy vistosos, que arrasaron los mercados europeos incluida España. Fue el primer golpe serio que recibió la boyante actividad artesanal de Villoruela. A partir de este momento comenzaron a saltar las alarmas que presagiaban malos tiempos (últimas décadas del XX)

Y llegó la crisis. La crisis de todos, que acabó con el imperio del mimbre de Villoruela , imperio que sucumbió absoluta y estrepitosamente dejando solo algún atisbo a modo de recuerdo de tiempos gloriosos ..Un trance similar al que sufrió España (imperio, siglos atrás) en el 98 con la pérdida de Cuba. Nos quedamos ahí, solos.

Ya no huele en primavera a mimbre pelada, los cuartos de trabajo se han cerrado , se siguen viendo camiones pero cargados de patatas o maíz…..Si la crisis se notó en todos los pueblos de España en Villoruela se sufrió con más crudeza, porque antes no había paro, porque el nivel de vida económico estaba por encima de la media y sobre todo porque los artesanos desde niños era lo único que aprendieron a hacer. Ahora esos niños quien más quien menos están disfrutando de la merecida (aunque precaria) jubilación. Disfrutadla con salud muchos años. Si un día fuisteis artesanos, artistas y con ideas imperialistas en el mejor sentido de la palabra, ahora os deseo que seáis emperadores de vuestro pueblo y de vuestra casa. Que el dolor de espalda, ese maldito mal del artesano sea leve y os deje descansar. Lo merecéis.

NOTA: para recordar y rememorar la historia artesanal de Villoruela se creó hace unos años en el pueblo el Centro de Interpretación del Mimbre que depende del Ayuntamiento y éste os informa de los horarios establecidos .Merece la pena visitarlo.

José González Sánchez – www.salamancartvaldia.es


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