UPA – COAG pide que se analicen todos los animales que se sacrifiquen ante el riesgo de brucelosis ovina para evitar los falsos positivos y los perjuicios generados a los ganaderos

Agronews Castilla y León

10 de junio de 2015

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La evolución epidemiológica de la brucelosis ovina en Castilla y León desde el inicio de los años 90, con la aplicación de programas de control y erradicación de la enfermedad ha tenido una evolución muy positiva. De hecho, hace ya años que se eximió de la vacunación obligatoria a los animales de reproducción entre 3 y 6 meses de edad con la vacuna rev-1; y como consecuencia de que la prevalencia de la enfermedad en nuestros rebaños se redujo hasta el 0% en el año 2012 disponemos de un status sanitario de “oficialmente libre” frente a esta enfermedad.

Esto ha supuesto para los ganaderos, que incluso en las campañas de saneamiento de los últimos años, no se tuvieran que sangrar todos los animales de la explotación, y solo se tomaran muestras del 25% del censo de las hembras reproductoras además de los carneros.

Sin embargo, en la actual campaña de saneamiento ganadero, se está saneando los 100% del censo de algunas explotaciones de ganado ovino, seleccionadas de forma aleatoria, aunque disponen de elevado censo, que cuentan con calificación sanitaria M4 desde hace años, obteniéndose unos resultados laboratoriales positivos a brucelosis en algunos animales.

Esto conlleva no sólo el sacrificio obligatorio de los animales que han resultado positivos a las pruebas de diagnóstico y a la obligatoriedad de realizar un segundo saneamiento en todos los animales de la explotación; sino que además impide el movimiento de los rebaños a las rastrojeras que los ganaderos tienen arrendadas para aprovechar en el verano. Esta circunstancia supone un grave problema para los ganaderos, además de causar un grave perjuicio económico a esas explotaciones de ovino, precisamente una de las ganaderías que más ha reducido su número y censo en los últimos años.

Desde la Alianza UPA-COAG se exige que se tomen las muestras necesarias en los cadáveres de los animales sacrificados para confirmar en el laboratorio que no se trata de un falso positivo, permitiendo de esta forma descartar la enfermedad, restituyendo inmediatamente la calificación sanitaria de estas explotaciones sin necesidad de repetir las pruebas de diagnóstico en un segundo saneamiento ganadero y liberando los movimientos de las explotaciones afectadas.



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