La Unión de Uniones de Agricultores y Ganaderos, ante el Día Mundial del Agua, pone el acento la importancia de este recurso, imprescindible para la producción de alimentos y recuerda que es la Administración Pública quien se encarga de su gestión.
Unión de Uniones, en ocasión de la celebración mundial del Día del Agua, pone de relieve la labor que realizan agricultores y ganaderos gestionando este bien público para producir alimentos y recuerda, por un lado, que es el Gobierno, fundamentalmente a través de las Confederaciones Hidrográficas, quién lo administra y decide las concesiones y los volúmenes de los que podemos disponer los productores, y, por otro, que son los ciudadanos, en su alimentación, los consumidores últimos del recurso.
La organización apunta que, con los datos de la FAO – Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura – en la mano, una comida de menú del día (ensalada mixta, bistec con patata y yogur de postre) necesita para ponerla sobre la mesa 7.750 litros de agua, lo que representaría un consumo anual de algo más 5,8 millones de litros de agua por ciudadano. En este sentido, el papel de agricultores y ganaderos es hacerlo posible aprovechando de la manera más eficaz, racional y sostenible este recurso.
Igualmente, Unión de Uniones recuerda que la escasez de precipitaciones, que es la tónica general en buena parte de España, ha hecho necesario regar del orden de unos 3,6 millones de hectáreas, que son el 21 % de la superficie total de cultivos y que esta superficie aporta en el entorno de un 60% de la producción final agraria, generando cinco veces más empleo cada hectárea de regadío que una de secano.
La organización rechaza de plano la criminalización que desde algunos ámbitos se hace del sector agrario con acusaciones generalizadas e infundadas de despilfarro de agua. Posicionándose de forma clara a favor de la implantación de sistemas eficientes de riego y por una gestión responsable y sostenible del recurso, Unión de Uniones recuerda que los agricultores vienen haciendo en los últimos años cuantiosas inversiones en sus explotaciones gracias a las cuales la superficie regada aplica sistemas localizados, con el menor uso posible del recurso.
La actividad agraria como un instrumento más para combatir la desertificación y los efectos del cambio climático
Igualmente, la organización subraya la relevancia de la presencia de la agricultura en las zonas áridas y semiáridas del país, reduciendo la pérdida de suelo y la erosión y frenando el avance de la desertización, sobre todo en el Andalucía, Levante, Aragón y la Meseta. De la misma manera, apunta la aportación que realiza en la lucha para mitigar el cambio climático, que puede aún ser más notable, si se adoptan las medidas adecuadas, gracias al secuestro de carbono que se deriva de la producción agraria.
“Si no fuera por las viñas de Castilla La Mancha y el olivar de Andalucía, quizá el desierto ya llegaría a Burgos” – afirman desde Unión de Uniones. – “Creemos que estos cultivos propios del Mediterráneo, como también los almendros, son muy importantes para el medio ambiente y la biodiversidad, pero también para la economía, de las zonas rurales y las urbanas, porque no olvidemos la gran importancia que tiene el sector agroalimentario dentro y fuera de España y el turismo, que valora nuestro paisaje y gastronomía” – añaden.
Por último, la organización insta a que en las posiciones políticas sobre el agua que están surgiendo a iniciativa del Gobierno o de otras formaciones políticas, se tengan en consideración las cuestiones apuntadas y que no se caiga en la tentación de considerar prescindible la agricultura de regadío así como pide que su gestión ni se privatice y mercantilice sino que mejore su gestión pública para que los agricultores y ganaderos pueden seguir produciendo alimentos y generando empleos.