«Sudar como un cerdo» Blog Conocer la Agricultura y la Ganadería

Agronews Castilla y León

12 de julio de 2015

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Con la ola de calor que tenemos encima, más de uno seguro que nos hemos quejado de estar «sudando como un cerdo». Pues bien, me perdonareis que os fastidie la expresión, pero es que resulta que los cerdos NO sudan.

Los cerdos apenas tienen glándulas sudoríparas por lo que no pueden aliviar su calor sudando. Su único recurso fisiológico es jadear, como los perros, pero resulta de poca ayuda.

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Fuente: www.3tres3.com

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Un cerdo que viva al aire libre en el campo en plena canícula haría lo mismo que cualquiera de nosotros, buscar la sombrita y un charquillo de agua para refrescarse. Fuente: M.A. Latorre, J. Miana Unidad de Tecnología en Producción Animal. CITA de Aragón. Zaragoza. Tomadas de aquí.

Pero ¿qué ocurre en las naves de cerdos intensivas?. Allí se juntan unos cuantos animales, y ya sabemos todos lo que ocurre cuando se reúne a mucha gente en un local cerrado; aparte del olor, también se siente el calor humano. Las personas nos quejamos, sacamos el abanico o pedimos que den más caña al aire acondicionado.

El control de la temperatura es más complicado de lo que parece

¿Quién vela entonces por el bienestar de los cerdos?, muy sencillo, el ganadero. Aparte de estar obligado por la ley, es el primer interesado en que sus animales estén a gusto. Si tienen demasiado calor, a los cerdos les pasa lo mismo que a nosotros, se les va el apetito y si no comen no crecen y tardan más en alcanzar el peso necesario para su sacrificio.

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Al ganadero no le interesa tener más tiempo del necesario a unos bicharracos de casi 100 kilos esparramados por el suelo, jadeando malamente, bebiendo y cagando, pero sin engordar. Foto cortesía de Arancha Mateo.

Un exceso de calor en la granja implica pérdida de dinero: no solo el crecimiento es más lento, disminuye la productividad y la fertilidad de los machos reproductores, causa problemas en la gestación y favorece la mortalidad de lechones recién nacidos. Por si fuera poco, el calor acentúa el olor y los gases nocivos (CO2, CH4, NH3) producidos por los animales.

Así que la temperatura es uno de los factores ambientales más importantes a controlar en una granja de cerdos. El problema es que el ganadero no puede girar la ruedita del termostato o darle al botón del aire acondicionado y olvidarse del tema. Y no puede por varias razones.

La primera: la sensación térmica de calor no depende solo de la temperatura; la velocidad del aire (a mayor velocidad mayor sensación de frio), la humedad ambiental (en exceso dificulta la evaporación corporal) o incluso el tipo de suelo ( también influyen. Así que todos esos factores hay que controlarlos.

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Un suelo cubierto de paja o serrín da más calor que uno de cemento o metálico.
La segunda: Las necesidades térmicas de los cerdos cambian según la fase productiva en la que se encuentren. Los lechones recién nacidos necesitan calorcito (en torno a 30ºC), las cerdas que van a parir un fresquito moderado (en torno a 20ºC) y los cerdos al final del cebo son muy sensibles al calor, teniendo su zona de confort térmico (cuando están a gustito, ni frio ni caló) entre 16 y 26°C.
La tercera: con temperaturas ambiente de más de 40ªC como hemos llegado a alcanzar, y considerando que en el interior de una nave de cerdos pueden alcanzarse temperaturas aún mayores, para conseguir una tª de 20ªC (la que, más o menos, nos recomiendan que pongamos los aires acondicionados) hay que recurrir a sistemas de climatización si o si. Y eso supone gasto de energía, inversión en equipos y en mantenimiento.

Ya que los cerdos no pueden ir a la playa, se lleva la playa a los cerdos.

El aire acondicionado directamente queda descartado: facturas de la luz que tendría que pagar el ganadero para enfriar sus naves pondrían el precio del jamón york a precio de jamón de bellota pata negra. Toca buscar otros sistemas que gasten menos energía y, como en tantas ocasiones, la naturaleza ha inspirado a los ingenieros la solución óptima.

El primer paso luchar contra las altas temperaturas es hacer bien las cosas desde el principio: diseñar la granja de manera que se caliente lo menos posible y se enfríe y ventile lo mejor posible. Esto se consigue colocando las naves para aprovechar los vientos dominantes y sobre todo aislando los edificios.
El segundo es la ventilación. Es básico asegurarla porque regula la temperatura, aporta oxígeno a los animales y elimina gases nocivos, exceso de humedad, polvo y malos olores. Se puede lograr de manera pasiva situando ventanas y aberturas en los tejados para crear corrientes de aire (igual que hacemos en casa cuando abrimos de par en par las ventanas por la noche). Como no suele ser suficiente se recurre a la ventilación forzada, que básicamente fuerza el movimiento del aire, sacando el aire viciado del interior de la nave para introducir uno limpio.
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Tipica nave de cerdos con sus ventanas laterales y chimeneas de ventilación en el techo. Fuente: Base de datos de la Editorial Agrícola.
Y si hace mucho calor lo lógico es que ese aire limpio que entra también esté fresquito. Esto se consigue mediante mecanismos que imitan la evaporación natural, justo lo mismo que ocurre por ejemplo a la orilla del mar o de un rio, o en una espalda empapada de sudor: el aire caliente, al desplazarse sobre una superficie con agua abundante, evapora parte de ese agua absorbiéndose calor en el proceso, por lo que se convierte en una brisa refrescante.

Los dos sistemas más empleados para imitar este fenómeno son el cooling system (una corriente de aire que es impulsada a través de paneles húmedos) y la nebulización (atomización de agua a alta presión, justo lo mismo que ponen ahora en muchas terrazas de verano).

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Una versión del cooling system. El aire es forzado a pasar por ese panel y entra fresquito en la nave. Fuente:www.bigdutchman.com

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Nebulización en el interior de una nave de cerdos. Fuente: www.bigdutchman.com

Ale , ya tenéis una historieta que contar a los amiguetes, cuando estéis fresquitos, en una terraza con su buen ventilador y sus nebulizadores, tomando unos pinchitos morunos.


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