«¿Será una buena cosa el TTIP para a agricultura (y ganadería) española?» Tomás García Azcárate

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«El lunes 25 de abril me toco moderar una interesante jornada sobre el impacto del TTIP (el acuerdo que se está negociando de libre comercio y mucho más, entre los Estados Unidos y la [[{«fid»:»22934″,»view_mode»:»media_original»,»type»:»media»,»attributes»:{«height»:637,»width»:960,»style»:»width: 250px; height: 166px; border-width: 5px; border-style: solid; margin: 5px; float: right;»,»alt»:»Tomás García Azcárate»,»title»:»Tomás García Azcárate»,»class»:»media-element file-media-original»}}]]Unión Europea) y sus consecuencias para la agricultura española.

Tuvo lugar en el marco extraordinario de la Feria Alimentaria. Los organizadores del Fruit Business Forum han tenido la buena idea de organizarlo este año allí y de animarlo con una discusión extensa sobre un tema de gran actualidad.

Estuvieron representados muchos de los que cuentan (o deberían contar) en este tema: desde la Comisión Europea (representada por la oficina de Barcelona) a la agregada agronómica de la embajada americana pasando por El Departament Catalan, un parlamentario europeo y los representantes de dos de los sectores agrarios estrella de la negociación: las frutas y hortalizas (a menudo presentado como un ganador potencial del acuerdo) y el sector cárnico (considerado como uno de los que podría estar confrontado a mayores dificultades).

Las frutas y hortalizas
Tuvimos derecho a dos ponentes de lujo. Neli Hadju es la joven pero enérgica responsable de seguir todas las negociaciones internacionales en FRESHFEL, la organización que intenta con bastante éxito representar los intereses del conjunto de la cadena de comercialización hortofrutícola europea en Bruselas y en el resto del mundo. El corredor local de la etapa fue Manel Simón, general manager de Afrucat y ya viejo conocido del sector a pesar de su juventud y aire juvenil.

Entré en la sala con el prejuicio (esto es, el juicio previo) de que las frutas y hortalizas podrían ser (junto con el aceite de oliva) uno de los sectores ganadores de un buen acuerdo TTIP, equilibrado y aceptable para todos.

La sesión fue una ducha fría.
Neli Hadju nos explica convincentemente que el principal obstáculo a la exportación europea de frutas y hortalizas a los Estados Unidos son los obstáculos no arancelarios, la autorización por parte del APHIS planta por planta. Estado miembro por Estado miembro y productor por productor y que este tema no está incluido en las negociaciones. EL APHIS iría a a un ritmo de 40 aprobaciones anuales y habría más de 1000 demandas en espera de tratamiento.

En cambio, en Europa, el sistema no requiere de una autorización individual. Está entonces claro que el camino a recorrer para que las oportunidades de comercio que podrían abrirse con un acuerdo TTIP se transformen en realidades, sería largo y tortuoso.

Manel Simón no niega que pueda haber oportunidades quizás para los cítricos o los kiwis pero para los productos que trabaja AFRUCAT y, en particular la manzana como producto estrella, las cosas no están tan claras. Los Estados Unidos son un gran productor, del hemisferio norte es decir que produce al mismo tiempo que nosotros e importa, como nosotros, cuando disminuye la oferta local, desde el hemisferio sur. Hay por lo tanto poca complementariedad y oportunidades, al lado cierto es de algunos nichos posibles pero de dimensión reducidos.

El sector cárnico
Todos los intervinientes, desde la tribuna o desde la sala, insistieron sobre las dificultades que un acuerdo TTIP les crearía. Los negociadores europeos insisten en que un acuerdo TTIP no va a implicar ningún cambio en el alto nivel de exigencias y garantías que se brinda hoy al consumidor europeo con los productos producidos en Europa, de trazabilidad, bienestar animal o prácticas medioambientales. Esto se traduciría por un lado en distorsiones de competencia por los costes normativos generados y, por otro, que el consumidor encontraría productos importados que no cumplirían las mismas exigencias que los europeos y no brindarían las mismas garantías a los consumidores. Algunas voces plantearon incluso la posibilidad de una exclusión del sector ganadero del ámbito de aplicación del acuerdo.

La representante de la embajada americana, con la claridad que suele caracterizar a los funcionarios USA, fue clara, lo que no ayudo a calmar la sala. Explicó que lo lógico es dejar escoger al consumidor que tipo de alimentos (todos sanos) quiere comer, producido con distintos tipos de procesos y alimentación y que esto podía ser una buena noticia para muchos consumidores españoles que lo están pasando muy mal hoy por las consecuencias de la crisis.
¡La verdad es que difícilmente pude reprimir unas lágrimas de emoción viendo como nuestros amigos del otro lado del Atlántico estaban dispuestos a ayudarnos a hacer frente a las consecuencias de la crisis y a la exclusión social!

Unas conclusiones (provisionales y) personales

Es imposible resumir y concluir una muy intensa discusión como la que tuvo lugar durante toda la mañana. Entre los muchos apuntes que tomé, quizás se podría destacar los siguientes:

• Contrariamente a lo que anuncian los políticos, no habrá acuerdo en el 2016. Quedan muchos temas por discutir y los más sensibles se han reservado para el final.
• Solamente habrá acuerdo si es equilibrado y aceptable por todas las partes. “Todas las partes” quiere decir en nuestro continente que el acuerdo tiene que ser ratificado por el Consejo Europeo, el Parlamento Europeo y los 28 parlamentos nacionales.
• Después de errores iniciales de comunicación del Consejo (declarando secreto el mandato de negociación) y de la Comisión (limitando hasta detalles increíbles que contó el eurodiputado Josep M. Terricabas y que hicieron reír (por no llorar) la sala, hoy estamos ante la negociación comercial más transparente de todas las que ha habido hasta ahora, al menos de parte comunitaria.
• No se puede afirmar hoy, con los datos que están encima de la mesa, que el acuerdo TTIP va a tener consecuencias positivas o negativas para la agricultura europea. Nos faltan datos. Todo depende de lo que finalmente se acuerde. El diablo está en los detalles.
• Esto nos lleva a otra conclusión: es necesario realizar un análisis mucho más fino de las consecuencias posibles del acuerdo, sector por sector y producto por producto. Los análisis macroeconómicos, además de ser frágiles por el gran número de hipótesis quien hay que asumir para poder hacerlos funcionar, pueden dar una idea general y global, siempre útil, pero son claramente insuficientes para abordar con rigor las posibles consecuencias del acuerdo, prepararse para capturar las oportunidades y hacer frente a los desafíos.»

Tomás García Azcárate,



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