De los malos tiempos se suelen sacar las mejores enseñanzas. En la tierra, aquella que se trabaja casi todo el año, son muchos los vaivenes que viven los cultivos que se producen sobre ella. Años buenos y malos de los que se sacan, sobre todo, oportunidades. Algo así les sucedió en el año 2008 a los Pérez Heras, seis hermanos que comenzaron a seguir la pista a un cultivo que, por las condiciones de la tierra castellano leonesa, pensaron que podría ser rentable en Castilla y León: El pistacho.
Un fruto que aguanta las fuertes oscilaciones térmicas y que, en un clima como el de esta comunidad, el atlántico continental, convierte este modelo de negocio en toda una oportunidad de desarrollo comercial. Así pues y con los rendimientos que da el principal productor pistachero de España, Castilla-La Mancha, se creó Pistacyl: “Nosotros nos dedicábamos más a la remolacha pero cuando llegó la OCM del azúcar -organización común de mercados que surgió en 2008 con el objetivo de reducir la producción azucarera- vimos que había que buscar otras soluciones para sacar rentabilidad” asegura Alfredo Pérez Heras, el presidente de la organización perteneciente a VITARTIS.
EN TRES DATOS
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Hasta el séptimo año el cultivo del pistacho no suele ser rentable y se estima una producción media de 1.800 Kg/Ha.
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El consumo de pistacho en Europa es de unos 300 millones de kilos.
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La inversión para cada hectárea de pisracheras es de 5.000 euros pero da una rentabilidad cercana a los 7.000 euros.
Así, y con la lupa puesta en la investigación, plantaron las primeras pistacheras de sus más de 50 hectáreas de plantación que, a nivel de ciclo, siguen prácticamente el mismo recorrido que el viñedo, aunque eso sí, con una duración total más prolongada. De hecho, hasta mediados del mes de noviembre no empiezan a recoger sus frutos, aunque este año tendrán que esperar por las imperdonables heladas preveraniegas: “¿La producción? Cero esta campaña porque se nos han helado todas las plantas, venía muy bien presentada la campaña e incluso la floración se adelantó quince días, pero la helada de mayo se lo llevó prácticamente todo”.
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Aunque hasta finales de abril el hielo no suele ser muy perjudicial, más allá de esa fecha puede dañar severamente la producción. Y así ha sido: pérdidas que, según Pérez, estiman en unos 50.000 euros en el año en el que tenían pensado dar el empujón al plan de desarrollo más importante, el que permitiría desarrollar toda la planificación e infraestructura para en 2020 contar al fin con una planta propia y poner en marcha una industria y plantilla que realizase todo el proceso de producción en la comunidad. Con el beneficio a todos los niveles que para Castilla y León supone, claro.
«Es un mercado muy nuevo pero queremos queriendo hacer toda la cadena aquí, procesado incluido»
Pero ellos, tirando de una manida frase, le ponen al mal tiempo buena cara y a los números rojos un futuro verde esperanza, tanto como sus frutos; los otros, los del negocio, empiezan a recogerlos a nivel cualitativo tras casi una década de desarrollo, momento en el que, como los viñedos, las pistacheras alcanzan una mayor calidad y el producto resultante es óptimo: “Es un cultivo muy nuevo aún en España pero seguimos viendo una puerta abierta, por ello seguimos teniendo en mente comercializar pistacho y hacer toda la cadena, procesado incluido” explica.
Objetivo: Pistacho natural, sin sal ni tostado
Los planes de innovación que cada año ponen en marcha investigando nuevas variedades, a través de un mecanismo prueba-error, pretenden llegar a un hallazgo común, conseguir un pistacho completamente natural sin sal y sin tener que pasar por el proceso de tostado. Como Alfredo reconoce, un pistacho “con más color y sabor”. Aún así, éste no deja de ser uno de esos productos que van de la tierra al paladar sin ningún tipo de alteración ni aditivo. Desde Pistacyl, conscientes de la cada vez más alta demanda intentarán desarrollar nuevos modelos, centrados en un producto que pueda ser consumido incluso con personas con intolerancias.
Una investigación que también ha dado frutos en el campo del reconocimiento público y que le ha valido a la empresa el Premio a la Innovación Rural por su fomento del desarrollo y fijación de actividad económica en los pueblos, con su centro productivo en Pozal de Gallinas donde comenzaron con una treintena de parcelas experimentales aunque después se han extendido a Fresno el Viejo y Moraleja de las Panaderas, todos municipios pertenecientes a Valladolid.
Aún así no descartan ampliar el negocio y conseguir el nicho de mercado de un producto muy demandado y cuya producción apenas se da más que en las tres penínsulas mediterráneas más grandes, Grecia, Italia y Portugal. Desde Pistacyl esperan pronto pasar este mal año -cada error es un año, como reconocen- y comenzar cuanto a antes a trabajar para la próxima campaña: “El ver que hay cosas que funcionan es bonito, vamos probando, equivocándonos en ocasiones pero también avanzando” concluye. Y así seguirán, tras la pista. La del pistacho perfecto.