
La patata valenciana, uno de los productos más emblemáticos de la huerta de Valencia, atraviesa un momento crítico. La Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-ASAJA) ha lanzado una severa denuncia: en apenas tres semanas, el precio en origen de este tubérculo se ha reducido a la mitad, situándose en apenas 0,20 €/kg, un valor que ni siquiera cubre los costes de producción. En el extremo opuesto de la cadena, en los supermercados, el mismo producto alcanza un precio medio de 1,53 €/kg, llegando incluso a los 1,99 €/kg, lo que representa un incremento del 665 % respecto al precio que recibe el productor.
Un inicio esperanzador que se desmorona en menos de un mes
La campaña de la patata en la Comunidad Valenciana arrancó con cierto optimismo. Se había incrementado la superficie de cultivo y las primeras operaciones comerciales arrojaban cotizaciones razonables, situadas en torno a los 0,40 €/kg. Sin embargo, en menos de veinte días, este panorama ha cambiado drásticamente.
Los precios han caído en picado, empujados por una combinación letal de factores:
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Presión de la distribución.
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Importaciones extranjeras.
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Daños agronómicos por el mildiu.
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Falta de herramientas fitosanitarias eficaces debido a las restricciones de la UE.
Esta tormenta perfecta ha arrasado con las expectativas de miles de agricultores que hoy venden a pérdidas, una situación insostenible para la economía de las explotaciones familiares.
Del campo al lineal: siete veces más cara
Mientras el productor recibe 0,20 €/kg, el consumidor paga 1,53 €/kg de media. La diferencia, que multiplica por siete el precio inicial, refleja un problema estructural y persistente en la cadena de valor agroalimentaria: los márgenes de beneficio se concentran en los intermediarios y grandes superficies, dejando al agricultor en la cuerda floja.
Según los datos de AVA-ASAJA, durante el periodo de hundimiento del precio en el campo:
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El precio en origen bajó de 0,40 €/kg a 0,20 €/kg.
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El precio en el punto de venta se mantuvo o incluso aumentó.
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Se comercializaron también patatas procedentes de Francia, Egipto e Israel, en detrimento de las locales.
Este fenómeno no es nuevo, pero la gravedad de la caída y la magnitud del margen comercial alcanzan en esta campaña niveles especialmente preocupantes.
El mildiu, otra amenaza para el agricultor valenciano
La climatología también ha jugado en contra de los productores. Las lluvias recientes y los vientos de poniente han favorecido el desarrollo del mildiu, un hongo especialmente agresivo para los cultivos de patata. Debido a las restricciones fitosanitarias impuestas por la Unión Europea, los agricultores carecen de soluciones eficaces para combatirlo, lo que ha provocado pérdidas superiores al 30 % de la cosecha comercial en algunas explotaciones.
Esta circunstancia ha agravado la situación económica de los productores, que no solo reciben precios de ruina, sino que además pierden parte de su producción por causas agronómicas sin que haya compensación alguna por parte de las administraciones.
AVA-ASAJA pide una investigación de la AICA
Ante esta situación, AVA-ASAJA exige a la Agencia de Información y Control Alimentario (AICA) —organismo adscrito al Ministerio de Agricultura— que abra una investigación oficial sobre los contratos de compraventa de patatas, a fin de identificar:
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Posibles desequilibrios en la cadena de valor.
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Prácticas comerciales abusivas o ilegales.
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Incumplimientos de la Ley de la Cadena Alimentaria.
Este tipo de medidas, si se aplican con diligencia y sanciones contundentes, podrían contribuir a restablecer un mínimo de equidad comercial entre el campo y la gran distribución.
Un llamamiento al consumo responsable y local
Además de reclamar acción institucional, AVA-ASAJA lanza un mensaje directo a la ciudadanía: es urgente que los consumidores apuesten por el producto de proximidad. Así lo resume su presidente, Cristóbal Aguado, quien anima a “priorizar las patatas valencianas frente a las importadas, ya que tienen mejor calidad, mayor frescura y menor huella de carbono”.
También el responsable de la sectorial de hortalizas, Vicente José Sebastià, se suma a la denuncia y pone el acento en el etiquetado de origen: “Hay que fijarse en el etiquetado a la hora de comprar. Si apostamos por la patata valenciana, mejoraremos nuestra salud, nuestra economía y nuestro paisaje”.
Sebastià cultiva en L’Horta Nord, una zona teóricamente protegida por la Ley de la Huerta, cuya aplicación se ha demostrado “ineficaz”, en palabras del propio agricultor.
Claves del conflicto de la patata valenciana
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Caída del 50 % del precio en campo en tres semanas.
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Precio medio en supermercados: 1,53 €/kg.
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Márgenes abusivos de hasta 665 % entre productor y consumidor.
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Perjuicio adicional por enfermedades como el mildiu.
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Ausencia de control eficaz por parte de las autoridades.
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Falta de apoyo real a la producción de cercanía.
Conclusión: crisis estructural del modelo agroalimentario
Lo ocurrido con la patata valenciana no es un caso aislado, sino el reflejo de una crisis estructural que atraviesa buena parte del sector agrícola español. Las explotaciones familiares son cada vez más vulnerables ante las dinámicas impuestas por grandes cadenas de distribución y las importaciones baratas.
La respuesta institucional, hasta la fecha, ha sido insuficiente. Solo con un compromiso firme por parte del Ministerio de Agricultura, mediante la aplicación real de la Ley de la Cadena Alimentaria y un control efectivo de los márgenes comerciales, se podrá devolver la dignidad económica al campo.
Asimismo, el consumo responsable, consciente y local se convierte en una herramienta decisiva para sostener el modelo productivo tradicional que garantiza calidad, frescura, empleo rural y sostenibilidad ambiental.
📊 Tabla resumen
Concepto | Valor | Variación |
Precio en campo | 0,20 €/kg | -50 % |
Precio anterior en campo | 0,40 €/kg | – |
Precio medio supermercado | 1,53 €/kg | +7,65x |
Precio máximo supermercado | 1,99 €/kg | +895 % |
Merma por mildiu | -30 % producción | Impacto agronómico |