Los productores de patata europeos anuncian un crecimiento de las siembras vinculadas a un incremento de los importes de los contratos para industria del 30-45%

Agronews Castilla y León

2 de febrero de 2023

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La menor producción de patatas en toda la zona NEPG, que engloba a Francia, Alemania, Bélgica y Países Bajos así como el escaso efecto de la inflación han propiciado hasta ahora unos precios de compra libre razonablemente buenos para los productores.

Menor producción y, de momento, escaso efecto de la inflación en la demanda y las ventas de patatas transformadas

Las cifras definitivas de superficie, rendimiento y producción muestran que, en la citada zona NEPG, a pesar de una mayor superficie en comparación con el año pasado ya que se alcanzaron las 512.400 ha, lo que supone un incremento del 2,9 % (+ 14.421 ha), los menores rendimientos por hectárea, destacar que cae un 6,3 % desde los 46.000 kilos de 2021 a los 43.100 de 2022 condujeron a una producción global de 21,69 millones de toneladas (- 5,3 %; es decir, una reducción de 1,2 millones de toneladas).

Desde la citada asociación se destaca que la demanda de patatas es buena, con fábricas de transformación en todo el noroeste de Europa deseosas de comprar, mientras que plantas trabajan a pleno rendimiento.

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Buena demanda y contratos revalorizados

La creciente demanda de las industrias para 2023/24, unida a unos contratos muy revalorizados, podría convencer a los cultivadores para seguir plantando y produciendo patatas. Precisamente la puesta en actividad de nuevas fábricas han provocado unos precios contractuales históricamente altos, que han subido, subrayan desde NEPG, entre un 30 % y un 45 %. Los transformadores de Bélgica, Francia, Alemania y los Países Bajos están ávidos de más materia prima para el resto de la temporada en curso y la campaña 2023 – 2024.

Estos contratos más elevados deberían cubrir los costes de producción mucho más altos y la inflación a la que se enfrentan los productores. Y garantizarán que la producción de patatas para la industria de transformación siga siendo atractiva. Las industrias necesitarán al menos 500.000 toneladas más en 2023-2024.

Si embargo, pese a esos precios al alza, desde NEPG se subraya que los riesgos a los que se enfrentan los productores son cada vez más importantes y la fuerza mayor no siempre se menciona o se incluye en los contratos. El calentamiento global, el aumento de las limitaciones medioambientales y la estructura del cultivo de la patata en tierras alquiladas anualmente hacen que la producción de patatas sea más arriesgada y difícil.

Los datos y cifras del NEPG muestran que el rendimiento por hectárea ha disminuido en los últimos 10 años. El principal factor que conduce a esta situación es el cambio climático, pero en algunos casos se trata también de una combinación de problemas relacionados con el suelo (compactación, menor contenido de materia orgánica, nematodos, rotaciones demasiado cortas…). Se trata de un problema al que debe hacer frente toda la cadena de la patata.

La genética (la mayoría de los obtentores son muy activos en la producción de nuevas variedades robustas, es decir, tolerantes/resistentes al tizón, más tolerantes al estrés abiótico y/o que necesiten menos nitrógeno pero también resistentes a los nematodos, al virus Y…y las técnicas de cultivo nuevas/adaptadas son las principales soluciones. El uso de NBT (Nuevas Técnicas de Mejora) también podría ayudar.

El hecho de que al menos un tercio (estimación del NEPG) de las patatas se cultiven anualmente en tierras alquiladas no siempre ayuda a los productores a adaptar sus técnicas de cultivo, sino que también hace que parte del valor adicional vaya directamente a los bolsillos de los arrendadores o arrendatarios de tierras, que no asumen ningún riesgo.

Así, afirman desde la citada agrupación, Los riesgos son múltiples y, en comparación con hace 10 o 20 años, van en aumento. A la fluctuación de las producciones y de los precios de compra libre (y, en menor medida, a la evolución de los precios contractuales), los agricultores tienen que añadir ahora una serie de «nuevos» riesgos que gestionar. Los riesgos están ahora relacionados con el cambio climático, los acontecimientos geopolíticos (por ejemplo, la guerra de Ucrania) y sanitarios (por ejemplo, la pandemia de Covid 19), el acceso al agua, el endurecimiento de la normativa de la UE en materia de fertilizantes (principalmente nitrógeno, ya sea de origen agrícola o mineral) y el uso de pesticidas. Por último, los riesgos suelen estar (o podrían estar) parcialmente cubiertos por los seguros. Los seguros «granizo y tormenta», relativamente sencillos, son ahora también más complicados y caros, ya que deben cubrir la mayoría de los riesgos vinculados al cambio climático: sequía, calor excesivo, inundaciones, erosión y avalanchas de lodo, …

Conclusiones

  • Para la NEPG, Unos precios contractuales más altos podrían estimular el aumento de la superficie dedicada a la patata, así como de los volúmenes contratados.
  • Los productores de semillas, patatas de fécula y patatas de mesa podrían cambiar en parte sus producciones actuales para producir patatas para destinadas a fritos y chips.
  • Esta evolución podría provocar profundos desequilibrios en todo el sector de la patata.
  • Los costes de producción de semillas han subido y no hay indicios de que los compradores vayan a aumentar el precio que pagan por ellas. Esto podría dar lugar a una menor producción de semillas durante la campaña de 2023. El sector de las semillas podría perder al menos 5.000 ha, lo que provocaría escasez y precios más altos para los productores de consumo en la primavera de 2024. También en este caso, el problema debe ser abordado por el sector y no sólo por los productores de semillas y de consumo…


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