Los ‘nuevos OGM’ no podrán saltarse la ley, tras un veredicto del Tribunal Europeo de Justicia calificado como “ejemplar” por Ecovalia

Agronews Castilla y León

25 de julio de 2018

campo de maiz transgenico en ohio

El Tribunal de Justicia de la Unión Europea (UE) ha dictado hoy, 25 de julio, sentencia sobre el caso C-528/16 para aclarar si las técnicas de edición del genoma (mutagénesis) están o no exentas de la Directiva de los organismos modificados genéticamente (OGM). Con el aplauso del sector ecológico, se ha decidido seguir el principio de precaución, considerando que estas nuevas técnicas deben ser comprobadas completamente antes de ser utilizadas en los Estados Miembros o introducidas en los alimentos.

Desde Ecovalia, asociación nacional referente del sector ecológico, esta decisión es totalmente acertada y necesaria, ya que la defensa de estas nuevas técnicas como algo ajeno a la reglamentación de los OGM se ha basado en un principio falso: los defensores de los OMG hablan de «nuevas técnicas de mejora genética», equiparándolas a sistemas tradicionales de mejora, cuando en realidad se trata de «nuevas técnicas de ingeniería genética». De hecho, los procedimientos utilizados para desarrollarlas implican interferir a nivel sub-celular y genómico.

De acuerdo con la legislación sobre OMG (Directiva 2001/18), «organismo genéticamente modificado (OGM)» se traduce como un “organismo, con la excepción de los seres humanos, en el que el material genético ha sido alterado de una manera que no ocurre de forma natural por reproducción y/o recombinación natural «. Así pues, para que un organismo se considere un OGM no exige como requisito la inserción de un gen de otra especie. Tampoco es un factor determinante la posibilidad teórica de que el nuevo genoma resultante pueda darse de forma natural o mediante técnicas de mejora genética. Para definir un OMG, resulta fundamental considerar el proceso o la técnica utilizada, en lugar de únicamente producto final.

No sólo Ecovalia, sino todas las entidades que componen IFOAM-EU (Federación Internacional de Movimientos de Agricultura Orgánica en la UE) consideran que cualquier organismo vivo obtenido con una técnica de ingeniería genética que interviene a nivel sub-celular y genómico es un OMG y debe ser regulado por el Legislación sobre OGM.

Según Jan Plagge, presidente de IFOAM EU, “esta sentencia supone una muy buena noticia para todo el sector ecológico, no sólo para los productores de semilla, agricultores y elaboradores, sino también para todos los productores y los consumidores europeos, ya que aporta claridad y asegurará poder evitar los productos OGM y proteger el medio ambiente de los riesgos potenciales de esas nuevas tecnologías.”

Évelyne Alcázar, directora del Área de Internacional de Ecovalia, apostilla que “es imprescindible guardar los principios de precaución necesarios para asegurar que no se perjudica al medio ambiente y a las personas, exponiéndolas a estos organismos modificados”. Además, quienes defienden estas técnicas aseguran que servirán para resolver problemas de falta de alimentos y de salud, argumento clásico de los propulsores de los OGM, cuando precisamente puede ser todo lo contrario: “los efectos de los transgénicos en la salud sólo se han probado en ratas durante 90 días; el único ensayo que ha escapado al monopolio de las grandes firmas de semillas (Seralini, 2012) constaba que en ratas alimentadas con maíz modificado genéticamente (11% de su dieta), la tasa de mortalidad se disparaba y la esperanza de vida se reducía notablemente, además de incrementarse numerosas patologías.”

En cuanto a la capacidad de los OGM para garantizar la disponibilidad de alimentos a nivel global, “desde Ecovalia creemos que es justo al contrario, ya que la expansión de los OGM está generando que perdamos lo más valioso, la biodiversidad, que es la que permite a nuestros cultivos adaptarse en todos y cada uno de los lugares en los que se desarrollan, garantizando así, de verdad, la disponibilidad de alimentos”, explica Évelyne Alcázar. Cambiar variedades tradicionales, perfectamente adaptadas a su entorno, por cultivos modificados genéticamente -que precisarán de cuidados más específicos y mayores recursos para mantenerlos-, no sólo no garantiza la productividad y la disponibilidad de comida, sino que deja a los agricultores en manos de las grandes multinacionales de semillas, perdiendo por completo su independencia. Debemos pensar en qué modelo agroalimentario queremos y en manos de quién dejamos nuestra seguridad alimentaria.



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