
Seguimos con las entrevistas de presentación de algunos de los ponentes del II Congreso Internacional de Sanidad y Bienestar Animal que tendrá lugar en el Rectorado de la Universidad de Córdoba los días 21, 22 y 23 de septiembre. En esta ocasión hablamos con Emma Fábrega Romans, Investigadora del Programa de Bienestar Animal del IRTA (Institut de Recerca i Tecnologia Agroalimentàries). Especialista en porcino intensivo ha realizado trabajos sobre la prevención de la caudofagia, la mejora de alojamientos de cerdas madre, o los sistemas sostenibles de cría…, interviniendo en este encuentro en la Mesa Redonda I: Bienestar Animal y Sanidad Ganadera.
Como especialista en porcino intensivo, ¿No tiene la sensación de que se está demonizando este tipo de actividad?
En la actualidad, la Sociedad y el consumidor disponen de un fácil acceso a mucha información. Sin embargo, no siempre se

dispone de suficiente criterio para saber cuál de esta información disponible se acerca a la realidad. Esto se ve agravado por la distancia cada vez mayor entre la mayor parte de la población que vive en zonas urbanas y la realidad productiva del campo y las granjas. Este alejamiento a veces se traduce en que algunas opiniones, a veces con poco fundamento científico de apoyo, pueden influir mucho la opinión pública. La producción intensiva, desde un punto de vista de bienestar animal, puede conllevar situaciones de estrés para los cerdos. Sin embargo, el estrés es una respuesta fisiológica necesaria para el individuo para adaptarse, y lo importante es evaluar mediante indicadores con fundamento científico, que la misma no se convierte en crónica o se produce una falta de adaptación. En la actualidad, muchas empresas de producción porcina intensiva, se interesan para evaluar el bienestar animal y para adoptar estrategias y medidas para mejorar.
El creciente número de focos de Peste Porcina Africana: Italia, Suecia, Alemania…preocupa a uno de los sectores punteros de la ganadería española ¿Qué consejos daría a los ganaderos que viven con esa espada de Damocles sobre la cabeza todos los días?
Mi área de trabajo es, sobre todo, el Bienestar animal, no tanto la sanidad. Sin embargo, el consejo de los realmente expertos es ser super cautos y atender la BIOSEGURIDAD, en mayúsculas. Aunque se está investigando para tener vacunas eficaces, en la actualidad creo que la recomendación debe ser prevenir la entrada del virus, sin bajar la guardia en todos los puntos críticos de bioseguridad.
Precisamente este es un sector en el que se han dado grandes avances en los últimos años en lo que a bienestar animal se refiere. ¿Cuál cree que han sido los cambios más trascendentes? ¿y en que campos hay que seguir avanzando?
A mi entender, el cambio más relevante y prometedor, está en una actitud mucho más proactiva por parte del sector porcino para entender el Bienestar animal no como un obstáculo, si no ver que puede suponer una herramienta también para mejorar tanto la productividad como la aceptación social de la producción animal. Gracias a esta actitud más proactiva del sector, resulta más fácil investigar para proponer medidas de mejora que concilien la necesidad del productor y las de los animales. En porcino, concretamente, la legislación de Bienestar animal obligó ya hace unos años a alojar las cerdas gestantes en grupo y a pesar que esto supuso un gran reto para algunos productores, en la actualidad es un sistema que ha aumentado tanto el Bienestar y que ha conseguido también unos buenos rendimientos productivos. Existen muchos otros retos a superar, como prevenir la caudofagia o la eliminación de las jaulas en la maternidad. Pero lo más relevante es poder trabajar codo con codo con el sector y que la investigación pueda dar respuestas prácticas.
“Cada vez es mayor distancia entre la mayor parte de la población que vive en zonas urbanas y la realidad productiva del campo y las granjas” Emma Fábrega, IRTA
¿Cómo definiría un sistema sostenible de cría para el porcino intensivo?
Definir la sostenibilidad resulta muy difícil. A nivel conceptual, se habla que la sostenibilidad debe contemplar tres pilares: el mediambiental, el social y el económico. Es decir: un sistema sostenible es aquel que incorpora demandas de reducción del impacto ambiental y requerimientos sociales sobre cómo producir (teniendo en cuenta el Bienestar animal por ejemplo), pero sigue siendo eficiente desde un punto de vista económico. En porcino intensivo, la sostenibilidad económica es un pilar en el cual hace tiempo que se trabaja, ha representado tal vez el más prioritario. En la actualidad, a mi entender, los retos para aumentar la sostenibilidad es implementar mejoras en impacto ambiental y Bienestar animal u otros requerimientos sociales.
Finalmente, hablemos de la caudogafia. Se ha trabajo mucho para tratar de prevenirla ¿Qué queda por hacer?
La caudofagia es un problema realmente complejo, de naturaleza multifactorial. Se ha avanzado bastante en determinar cuáles son los factores de riesgo, pero en cada granja puede desencadenarse a consecuencia del desequilibrio de unos factores u otros. No existe una receta universal, si no que en lo que deberá avanzarse en primer lugar es en disponer de herramientas más prácticas para que los ganaderos registren los factores de riesgo, y que los datos de su granja se contrasten con modelos que les adviertan de posibles brotes. Esto, el auge de la inteligencia artificial y la ganadería de precisión puede ayudar. Por otro lado, en mi opinión también sería muy importante disponer de un buen sistema de evaluación del estado de las colas en matadero. Existen prototipos también que usan sistemas automatizados, de visión artificial, pero no están implementados a nivel comercial todavía. Un sistema harmonizado a nivel europeo en matadero, permitiría recoger datos más fiables que las evaluaciones en granja. De hecho, el estado de la cola de un individuo en matadero es de algún modo el “resumen” de si las estrategias preventivas en granja han sido eficaces. A mi entender, esta información de matadero debería utilizarse para premiar a los ganaderos con buenos resultados, e informar al resto sobre cada lote, para ir avanzando en conocer en cada granja cuáles son los puntos más críticos. No debería tener un objetivo sancionador, excepto en incumplimientos importantes, como ya hacen los veterinarios oficiales en la actualidad, si no un objetivo de mejora continúa basado en la información propia.