Los orujeros reivindican el papel de sus orujeras como contribuyentes a preservar el medio ambiente. Según un comunicado de la Asociación Nacional de Empresas de Aceite de Orujo, Aneo, y que recoge ASAJA Jaén, el hecho de valorizar todos los subproductos generados en las almazaras, de forma eficiente y responsable hace que el trabajo de las orujeras sustente, medioambientalmente, al resto del sector oleícola.
Aneo señala que, de cada 100 kilogramos de aceituna que llegan a la almazara, sólo el 20% es aceite de oliva, el resto, el 80% de la aceituna, es llevado a las extractoras en forma de orujo graso húmedo para su valorización. Según la AICA, en la campaña oleícola 2015/2016, las almazaras obtuvieron 1.401.605 toneladas de aceite de oliva y produjeron como subproducto 6.716.549 toneladas de orujo graso húmedo, que fueron llevadas a las orujeras. Tras el trabajo de valorización de las orujeras, se obtuvieron 126.578 toneladas de aceite de orujo de oliva, 1.300.000 toneladas de orujillo, hueso de aceituna, pulpa de aceituna y cenizas para la realización de compost, toda una batería de productos que hacen que la aceituna se asemeje al cerdo al utilizarse al 100%.
Además, durante el proceso de valoración de los orujos también se genera energía eléctrica, el denominado KW-Verde, mediante las cogeneraciones en el secado (215 MW instalados), y las generaciones a partir del orujillo, biomasa del olivar (150 MW instalados).
ANEO recuerda que en los años 80 y 90 había una gran cantidad de pequeñas almazaras diseminadas a lo largo y ancho de la geografía andaluza, donde existía un grandísimo problema, los alpechines, por su complicada gestión, que terminaban siendo vertidos en los arroyos y/o filtrados a los acuíferos, ya que la única forma que había para su eliminación era la evaporación natural.
Posteriormente, a mediados de los noventa, se desarrollaron los decanters de dos fases una gran innovación para el sector almazarero, que permitía obtener sólo dos productos, el aceite de oliva y el orujo graso húmedo, o alpeorujo, traspasando de esta forma el problema de la gestión de los alpechines de las almazaras a las orujeras. Este cambio obligó a las orujeras a hacer un grandísimo esfuerzo de investigación y desarrollo de forma privada para poder valorizarlo, y se consiguió.
Por este motivo, destacan desde ANEO, los pueblos de Andalucía ya no huelen a alpechín, las orujeras se encargan de este grandísimo problema medioambiental, de una forma sostenible, moderna y responsable.
“Por todo lo anterior, desde el sector orujero queremos que se reconozca nuestro trabajo, tanto por el sector almazarero, como por la población en general, dada la grandísima labor medioambiental que realizamos”, aseguran desde ANEO.