El Ministerio de Agricultura de Francia ha rebajado nuevamente la estimación para la producción de trigo blando en 2024, situándola como una de las peores de las últimas cuatro décadas. Mientras que las cifras para el trigo caen drásticamente, la producción de maíz en grano muestra un panorama más optimista, con un incremento significativo con respecto a las previsiones anteriores. Este contraste en las estimaciones refleja el impacto de las condiciones meteorológicas adversas y los cambios en las superficies cultivadas.
El declive del trigo blando en 2024: una de las peores cosechas en 40 años
Francia, el mayor productor de cereales de la Unión Europea, ha experimentado una reducción drástica en su estimación de producción de trigo blando para el año 2024. Según los últimos datos proporcionados por el Ministerio de Agricultura, la cosecha de este cereal se situará en 25,78 millones de toneladas métricas. Esta cifra representa un 27% menos en comparación con el volumen cosechado el año pasado, lo que sitúa a 2024 como uno de los años más desalentadores en términos de producción de trigo blando en Francia.
Para poner esta caída en contexto, en el mes anterior, la previsión era ligeramente superior, con una estimación de 26,32 millones de toneladas. El ajuste a la baja refleja los problemas climáticos persistentes, particularmente la alta humedad que ha afectado el desarrollo del cultivo desde el otoño boreal. Los analistas franceses ya habían predicho una cosecha dentro del rango de 25 a 26 millones de toneladas, lo que indica que el problema era ampliamente anticipado en el sector agrícola.
El impacto del clima en los cultivos franceses
El tiempo húmedo no solo ha afectado al trigo blando, sino que también ha tenido un impacto en la cebada, otro cereal importante para la agricultura francesa. La producción de cebada también ha visto una rebaja en las estimaciones, con una producción esperada de 10,05 millones de toneladas, frente a los 10,40 millones previstos el mes anterior. Este descenso del 18% en comparación con el año anterior está parcialmente compensado por un aumento en la cebada de primavera, cuya producción subirá un 18%, alcanzando los 3,05 millones de toneladas. Por otro lado, la cebada de invierno sufrirá una caída significativa del 28%, con una producción esperada de 7 millones de toneladas.
Este panorama refleja las consecuencias de un clima desfavorable, que ha limitado las posibilidades de siembra y ha afectado los rendimientos de los cultivos de cereales de paja, como el trigo y la cebada. La producción total de cereales de paja en Francia en 2024 se estima en 38,7 millones de toneladas, lo que representa una de las cifras más bajas de los últimos 40 años. En comparación con la media de los cinco años anteriores, esto supone una reducción de 11 millones de toneladas.
El maíz, el único cultivo que resiste
A diferencia del trigo y la cebada, el maíz en grano ha mostrado una mayor resistencia a las condiciones climáticas adversas. El Ministerio de Agricultura ha elevado su previsión para la producción de maíz en grano a 14,39 millones de toneladas, frente a las 14,01 millones de toneladas previstas el mes anterior. Este aumento del 11% con respecto al año pasado se debe en gran medida al hecho de que los agricultores han recurrido al maíz como cultivo de primavera, luego de que las altas precipitaciones impidieran la siembra de otros cultivos más tempranos.
Este comportamiento contrasta con la reducción generalizada en otros cereales, y es un indicativo del cambio de estrategia de los agricultores franceses, quienes han optado por sembrar maíz en superficies más grandes, lo que ha permitido compensar los bajos rendimientos con mayores áreas de siembra.
Análisis de la producción de cereales de paja
La caída en la producción de cereales de paja, que incluye al trigo, la cebada, el centeno, el triticale y el arroz, ha sido especialmente notable en 2024. Se espera que la producción total sea de 38,7 millones de toneladas, muy por debajo de los niveles de los años anteriores. El trigo blando, con una producción de 25,8 millones de toneladas, ha sido el más afectado, con una caída del 26,5% respecto a 2023. Esta cifra es también 25,5% menor que la media de los cinco años anteriores (2019-2023).
El rendimiento medio del trigo blando en 2024 es de 6.150 kilos por hectárea, considerablemente inferior a los niveles registrados en 2020. Sin embargo, sigue siendo superior a los rendimientos extremadamente bajos de 2016, año en el que Francia también sufrió condiciones climáticas adversas.
En cuanto a la cebada, la producción estimada es de 10 millones de toneladas, lo que supone una disminución del 18,2% con respecto a 2023. Los rendimientos de cebada de invierno se redujeron en 21,1% debido a la disminución de la superficie cultivada y a las condiciones climáticas desfavorables, con un rendimiento medio de 5.500 kilos por hectárea. Sin embargo, la cebada de primavera muestra un crecimiento, con un aumento del 17,9% en su producción, debido a una expansión del 29% en la superficie de cultivo.
Proyecciones a futuro
Aunque la situación actual para los cereales de paja es sombría, se espera que las condiciones mejoren en los próximos años, siempre y cuando el clima sea más favorable. La producción de maíz continuará siendo un factor clave para la agricultura francesa, especialmente si las condiciones de siembra para otros cultivos no mejoran.
El panorama agrícola en Francia se encuentra en un punto crítico, donde la adaptación de las prácticas agrícolas será esencial para mitigar el impacto del cambio climático en la producción de cereales. Los agricultores deben continuar buscando estrategias para adaptarse a las nuevas realidades climáticas y seguir explorando cultivos de primavera como el maíz, que han demostrado ser más resistentes a las condiciones adversas.
El año 2024 será recordado como uno de los más difíciles para la producción de trigo blando en Francia. Sin embargo, el maíz en grano ha mostrado un crecimiento inesperado, lo que podría dar un respiro a los agricultores franceses en medio de un panorama desalentador. La agricultura francesa enfrenta desafíos importantes, y la capacidad de adaptación será fundamental para superar los obstáculos que presenta el clima cambiante.