Foro Asturias, tras la denuncia que se ha producido de un ganadero al Principado por daños del oso en Cangas del Narcea, ha afirmado que “la protección del oso no puede poner en peligro la actividad económica y la integridad de las personas que habitan en la zona rural. FORO celebra el satisfactorio proceso de recuperación del oso en nuestra región, pero al mismo tiempo manifestamos nuestra profunda preocupación por la necesidad de compatibilizar este desarrollo poblacional de la especie, que cada vez coloniza más partes del territorio, con la actividad económica tradicional, especialmente la ganadera, y también con la simple convivencia diaria en los núcleos rurales asturianos en los que cada vez resulta más frecuente observar la presencia del plantígrado merodeando, con el peligro que esta circunstancia supone para los habitantes de esos lugares y los daños que el animal ocasiona sobre el ganado y las cosechas. El nuevo consejero Lastra tiene que solucionar la protección personal y patrimonial de los asturianos ante los ataques del oso y del lobo que campan impunes por nuestras zonas rurales”.
Desde el citado partido político se ha afirmado que “la solución está en el equilibrio y control de depredadores y en las indemnizaciones justas y diligentes para no poner en peligro de extinción a otras especies como la oveja xalda o la bermeya”, y ha puesto como ejemplo el caso del ganadero Segundo Fernández, de Cangas del Narcea, propietario del mayor rebaño de oveja xalda, raza autóctona asturiana en peligro de extinción, que “ha visto como su rebaño ha recibido el ataque del oso en dos ocasiones en un brevísimo periodo de tiempo, ocasionándole pérdidas económicas y lo que resulta aún más grave, causándole un desánimo profundo por la actividad que se torna imposible ante esta situación”.
Foro Asturias ha añadido que “la única preocupación del Gobierno de Javier Fernández no puede consistir en enseñar a convivir con el oso a los asturianos del campo a costa del ecologismo urbanita que hace negocio con el turismo de naturaleza. Este tipo de políticas contribuyen muy poco a la conservación de las especies por generar un malestar precisamente entre quienes viven más cerca de ellas y que se ven postergados a un segundo plano, víctimas de un agravio comparativo respecto a los habitantes de las urbes que les genera desafección por la conservación, además de suponer un peligro permanente para personas y bienes que en el año 2017 resulta absolutamente anacrónico y desmesurado por existir múltiples posibilidades de compatibilizar la conservación de las especies sin que esto suponga un peligro, un perjuicio y una incomodidad para los propios seres humanos, sobre todo en un entorno tan necesitado de población y de actividad económica como es el medio rural asturiano”.