
Un equipo de la Universidad de Granada, junto con la Universidad de Wasit (Irak), ha revelado un hallazgo clave: la manera en que se gestiona el suelo agrícola puede marcar una diferencia sustancial en la lucha contra el cambio climático. El estudio, pionero en su enfoque, pone en valor una propiedad del suelo poco conocida, pero crítica para la sostenibilidad: su capacidad para regular la temperatura y conducir el calor.
El papel del suelo como regulador térmico
Uno de los hallazgos más relevantes del trabajo es que los suelos agrícolas no solo sirven como sustrato para las plantas, sino que cumplen funciones climáticas esenciales. La conductividad térmica del suelo influye en múltiples procesos agronómicos:
-
Actividad microbiana beneficiosa para el suelo.
-
Crecimiento de raíces más saludable.
-
Retención y conservación del agua en climas áridos.
-
Disponibilidad de nutrientes esenciales para el desarrollo de los cultivos.
Los investigadores Andrés Caballero Calvo y Jesús Fernández Gálvez, del Departamento de Análisis Geográfico Regional y Geografía Física de la UGR, explican que una gestión adecuada de esta propiedad puede aumentar la resiliencia de la agricultura ante los fenómenos climáticos extremos.
Prácticas agrícolas que optimizan la regulación térmica del suelo
El estudio identifica un conjunto de prácticas de manejo sostenible del suelo que influyen positivamente en su capacidad para mantener una temperatura estable:
1. Tipos de labranza conservacionista
-
Labranzas mínimas o siembra directa: reducen la compactación del suelo y preservan la humedad.
-
Evitan la degradación orgánica, lo que fortalece la capacidad térmica del suelo.
2. Uso de materia orgánica
-
Incorporar estiércol, compost o residuos vegetales mejora la estructura del suelo.
-
La materia orgánica actúa como aislante térmico y amortigua los cambios bruscos de temperatura.
3. Sistemas de riego localizado
-
Mantienen niveles de humedad más constantes en el perfil del suelo.
-
Reducen las fluctuaciones térmicas diarias y ayudan al desarrollo uniforme del cultivo.
4. Rotación de cultivos y uso de acolchados
-
Evitan la sobreexplotación del suelo.
-
Los acolchados (orgánicos o sintéticos) contribuyen a la regulación térmica y evitan la evaporación excesiva.
Un aliado silencioso contra la crisis climática
El cambio climático está provocando aumentos de temperatura, sequías más intensas y lluvias extremas. En este contexto, contar con suelos capaces de amortiguar esos impactos es vital para garantizar la productividad agrícola a largo plazo. Tal como señala el estudio, conocer y manejar la conductividad térmica del suelo es una herramienta clave para el futuro de la agricultura.
El trabajo se enmarca en los objetivos de la Misión “Un suelo sano para Europa”, promovida por la Unión Europea, que busca restaurar la salud de al menos el 75 % de los suelos degradados en el continente para 2030.
El futuro: agricultura de precisión y tecnologías geoespaciales
Una de las contribuciones más valiosas de esta investigación es su mirada hacia el futuro. Los autores defienden el uso de tecnologías emergentes como la agricultura de precisión, el uso de sensores térmicos, y la modelización geoespacial avanzada como herramientas para:
-
Adaptar las prácticas agrícolas a condiciones climáticas variables.
-
Diseñar estrategias específicas según el tipo de suelo y cultivo.
-
Implementar soluciones en tiempo real y a escala local.
Además, destacan que estas tecnologías pueden ayudar a los agricultores a ahorrar agua, fertilizantes y energía, reduciendo al mismo tiempo su huella de carbono.
Una metodología robusta y aplicable
Para llegar a estas conclusiones, el equipo de Granada y Wasit analizó más de 140 publicaciones científicas internacionales y las integró en modelos espaciales que permiten identificar zonas y tipos de suelo con alto potencial de regulación térmica. Esta metodología permite:
-
Diseñar planes de manejo ajustados al terreno.
-
Identificar áreas vulnerables al cambio climático.
-
Orientar la investigación futura hacia zonas poco estudiadas.
Implicaciones y recomendaciones
La investigación no solo aporta conocimiento técnico, sino que traza una hoja de ruta para agricultores, técnicos y responsables políticos. Entre las principales recomendaciones se incluyen:
-
Adoptar prácticas de labranza sostenible para evitar la compactación del suelo.
-
Incorporar regularmente materia orgánica para mejorar la estructura térmica.
-
Utilizar sistemas de riego eficiente y localizado.
-
Implementar tecnología para un seguimiento térmico continuo.
-
Formar a los agricultores en el valor climático del suelo.
Conclusión: un suelo sano es un planeta sano
Los autores del estudio concluyen que la salud del suelo es fundamental para construir sistemas agrícolas resistentes, sostenibles y productivos. Esta investigación posiciona a los suelos agrícolas como agentes activos en la mitigación del cambio climático, más allá de su papel tradicional en la producción de alimentos.
“Esta publicación contribuye al esfuerzo global por diseñar una agricultura inteligente, eficiente y resiliente, capaz de hacer frente a los desafíos ambientales del presente sin comprometer la seguridad alimentaria del futuro”, concluyen Caballero y Fernández.
Referencia:
Al-Shammary, A.A.G., Al-Shihmani, L.S.S., Fernández-Gálvez, J., and Caballero-Calvo, A. 2025. ‘A Comprehensive Review of Impacts of Soil Management Practices and Climate Adaptation Strategies on Soil Thermal Conductivity in Agricultural Soils’. Reviews in Environmental Science and Bio-Technology.