
Entre esas prioridades se destaca la aplicación de métodos científicamente validados en el seguimiento poblacional y sanitario de especies como el jabalí o el ciervo, así como la necesidad de proporcionar a las explotaciones ganaderas extensivas, herramientas innovadoras para reducir el riesgo inherente al contacto entre ganado y fauna silvestre, facilitando la separación física entre caza y ganadería.
Durante el desarrollo de la reunión se discutió sobre las buenas prácticas cinegéticas que incluyen el mantenimiento de poblaciones equilibradas, el uso adecuado del aporte artificial de alimento para evitar los riesgos que conlleva, la seguridad en los traslados o movimientos de animales de fauna silvestre y de especies cinegéticas, y la gestión sostenible de los residuos de caza.