«El lobo ataca rebaños» Franciso Marcén, Oviaragón

Agronews Castilla y León

29 de junio de 2017

ganado rasa secano

El lobo despierta simpatía desde que Rodríguez de la Fuente y Kevin Costner lo dibujaron como un animal amable que, como el perro, el mejor amigo del hombre, busca compañía y se deja[[{«fid»:»33904″,»view_mode»:»media_original»,»type»:»media»,»attributes»:{«height»:2849,»width»:4302,»style»:»width: 250px; height: 166px; border-width: 5px; border-style: solid; margin: 5px; float: right;»,»class»:»media-element file-media-original»}}]] acariciar sin atacar.

Para los pastores, siempre fue una amenaza por el destrozo que causaba a los rebaños.

El lobo y otros depredadores, incluso los buitres hambrientos desde el decreto de retirada obligatoria de cadáveres, son no solo una amenaza, sino un daño importante a la ganadería extensiva en España y en la Unión Europea.

Ahora, y no se sabe cómo, ha llegado el lobo a Aragón, a una de las regiones en donde la ganadería extensiva de ovino tiene más tradición y sigue siendo necesaria para dar vida a los pequeños pueblos, favorecer la biodiversidad y producir un alimento de gran calidad, identificado como Ternasco de Aragón, lechal tensino, etc.

El lobo ataca los rebaños, que gracias al trabajo por la mejora de vida de los pastores y para aprovechar mejor los extensos territorios aragoneses, duermen en cercados eléctricos o a la intemperie. Un golpe más a la necesaria ganadería extensiva que ha descendido un 50% en poco más de una década.

Volver a las caminatas diarias de los pastores de varios kilómetros hasta las parideras o apriscos, con altas temperaturas o mal tiempo, es volver a un sistema que genera un esclavismo del hombre que vive del trabajo de una actividad noble en una sociedad que busca el ocio y la comodidad.

Los lobos y depredadores se expanden si no se controla su población y tienen desesperados a los ganaderos y pastores, muchos de ellos ecológicos, del noroeste español y de media Europa.

No se sabe cómo ha llegado a Aragón, pero lo mejor que podía pasar es que alguien lo devolviera a su lugar de origen, donde se controle su población para evitar males mayores.

Paco Marcén, Oviaragón


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