El lechazo aguanta a duras penas la campaña y sigue buscando relevo generacional y reconocimiento a su calidad

Agronews Castilla y León

6 de diciembre de 2022

lechazo lechones

Cada Navidad, uno de los platos estrella en las mesas de Castilla y León volverá a ser el lechazo. Los consumidores vuelven a apostar por el ovino como producto de confianza en estas jornadas festivas que se avecinan y, poco a poco, el lechazo autóctono empieza a tener un hueco importante en los lineales. Una labor ardua, que aún cuesta y al que la situación actual tampoco ayuda.

La crisis de materias primas ha afectado a todo el mundo y el ovino no podía ser menos: “Se ha agravado sobre todo en el caso del ovino autóctono aunque no tanto como se preveía. Dadas las circunstancias, podemos decir que estamos nada mal” asegura Beatriz Sánchez, directora técnica de la IGP Lechazo de Castilla y León en declaraciones a Agronews. El motivo: las variedades que se amparan en esta indicación (Churra, Castellana y Ojalada) pastan en extensivo por lo que la ausencia de materias primas y alimentación que sí se ha vivido en intensivo, aquí no ha sido tan notoria.

La campaña va, por tanto, en la línea de otros años e incluso mejor en cuanto a cantidad de lechazos, producción y etiquetado. Solo en 2021 fueron sacrificados más de 266.000 lechazos en la comunidad. En el Consejo Regulador de la IGP actualmente están inscritas 772 ganaderías que comprenden más de 410.000 ovejas. Cifras que, sin embargo no dejan ir en picado en los últimos años. De hecho, tal y como reconocía hace unos días José Antonio Martínez, responsable de ovino de la UCCL, más del 50 por ciento de los ganaderos del sector ya no están en activo mientras los costes de producción han subido un 42 por ciento. Y bajando.

Preguntada por este asunto, Beatriz Sánchez recalca: “El sector está en una constante crisis debida, fundamentalmente, a la falta de relevo generacional y a que a muchos jóvenes les compensa poco dedicarse a la actividad ganadera; además, el precio no ha subido en la misma proporción que el resto. No genera los beneficios proporcionales al esfuerzo que genera ese trabajo, así que hay que tener vocación”. Por ello, la respuesta debe ser, a su juicio, contrarrestar con un producto de calidad que valore el consumidor: “Hay que añadirle un plus y pasar de lo bueno a lo óptimo, que sepa el cliente que va a pagar un producto que sabe que tendrá una calidad superior a otros”.

Un producto que cuenta con distintivos claros

Para lograr esto, se convierte en esencial la identificación de los lechazos con IGP, que actualmente cuentan con distintivos claros visibles para cualquier cliente y que, además, se mantienen hasta que es despachado en la mesa: Cuatro vitolas rojas -una en cada pata-, el logotipo donde además aparece la nomenclatura IGP y el logo de la Unión Europea, un punto “esencial” para saber que no están dando “gato por liebre”.

De esta manera, se asegura que el producto es autóctono, de una raza concreta y alimentado por leche materna, lo que confiere un extra de calidad. La apuesta por la IGP también la comparten desde ANCHE, la Asociación Nacional de Criadores de Ganado Ovino Selecto de Raza Churra que consideran que ir a IGP es apuesta segura: “Es esencial aunque hay que saber diferenciarlo para no llevarse sorpresas”, asegura Mariano Paramio, su presidente. En ese sentido, espera una mejora en el etiquetado y su información para hacerlo aún más reconocible.

Coincide en el análisis sobre la subida de costes de producción, un incremento “acentuado” pero que “se ha dado en todos los sectores”. El precio del lechazo ha subido y las cabezas de ganado han bajado por lo que, al mantenerse la demanda, hace que el precio final ascienda.

El futuro pinta incierto, para ellos y para todos. Pero conservan la esperanza en que el joven que quiere apostar por el agro sepa ver en este sector una oportunidad de negocio con un producto cada vez más conocido -y reconocido- y destinado a un cliente que cada vez mira más al dedillo lo que escoge para sus menús: “Tenemos lechazos de calidad óptima, con un nivel de engrasado muy bueno. Hay futuro y buenas perspectivas pero para ello es esencial el apoyo de las administraciones. Castilla y León es la despensa de España, no puede caer un sector vivo y dejarlo caer sería imperdonable”, concluye Paramio.

Un sector, el ovino que, reconocen, ayuda a asentar población en el medio rural y supone un mecanismo “natural” de protección del monte, al ayudar a limpiarlo a través de su método de alimentación en extensivo. Pero hace falta apoyo. Mucho apoyo. Mientras tanto, toca esperar. Hasta entonces, como cada Navidad, cada oveja a su corral.



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