El embalse de Riaño acumula en este inicio del mes de agosto 209 hectómetros cúbicos de agua, de los 651 que tiene de capacidad total, es decir está al 32%. Cuando este verano se cumplen 30 años desde la demolición de los edificios de los nueve pueblos que anegó el pantano, es probable que se vea una fotografía inédita hasta ahora: los terrenos en los que se asentaba el viejo Riaño y algún otro pueblo. Así lo asegura Guillermo Hernández, ex alcalde de Riaño cuando se produjo la demolición y hoy concejal de Turismo del Ayuntamiento: “el embalse está muy bajo, como nunca de bajo, probablemente quede al descubierto el viejo Riaño, algo que nunca había sucedido”, a la vista quedaría el solar en el que se asentaba el pueblo porque todos sus edificios fueron demolidos.
Agronews Castilla y León ha visitado el mayor embalse de la cuenca del Duero, hoy con un nivel en torno a 20 metros más bajo de lo que habitualmente suele acumular a estas alturas del año hidrológico, tanto, que las aguas están tan solo un metro por encima de donde estaba ubicado el pueblo de Anciles.
[[{«fid»:»35017″,»view_mode»:»media_original»,»type»:»media»,»attributes»:{«height»:1599,»width»:1200,»style»:»width: 400px; height: 533px; border-width: 5px; border-style: solid; margin: 5px; float: left;»,»class»:»media-element file-media-original»}}]]El verano de 1987, el idílico valle de Riaño vio convertida en realidad una pesadilla de la que se habló durante décadas, la anegación de sus pueblos para construir un gran embalse. Según recuerda Hernández, ya en la dictadura de Primo de Rivera y en la República se habló del embalse, pero no fue “hasta tiempos de Franco cuando se acordó llevar a cabo el proyecto”. Muchos estaban “mentalizados”, pero fue duro para todos, principalmente los más mayores “y eso se comprueba en los cementerios donde hay muchas personas con poco más de 60 años que murieron y fue, de alguna forma, de pena”. Sus habitantes lucharon hasta el último minuto, no querían abandonar sus casas, sus recuerdos, sus explotaciones agrarias y ganaderas, su vida…protestaron encaramándose a los tejados y negándose a dejar el precioso valle, pero finalmente la maquinaria pesada llegó el día de San Fermín del 87 y en apenas dos semanas, del pueblo solo quedaron escombros, lo último en caer fue la torre de la Iglesia, de la que hoy solo se conservan sus campanas. A cuánta gente afectó, es difícil de calcular, explica, porque la población que tenía Riaño habría que multiplicarla por tres o por cuatro, “ya que fueron muchos los que decidieron marcharse al ver que aquí se acababa el futuro”.
El embalse de Riaño anegó totalmente siete pueblos: Riaño, Anciles, Éscaro, La Puerta, Huelde, Salio y Pedrosa del Rey, y parcialmente Burón y Vegacerneja que se han reconstruido hacia arriba sobre lo que quedó.
“Sacrificio generoso de sus hijos en beneficio de muchos”
La ermita de Nuestra Señora del Rosario, de la Puerta, fue trasladada piedra a piedra al nuevo Riaño, allí también está el hórreo de Salio, el resto fueron dinamitadas en la construcción del embalse. De ellas se salvaron sus campanas, que hoy se pueden ver en una estructura junto a la ermita con una placa en la que se lee “constituyen el símbolo de la memoria colectiva de un pueblo materializada en su arquitectura vernácula, y representan el homenaje y reconocimiento permanente al sacrificio generoso de sus hijos en beneficio de muchos. In memoriam”.
Las nuevas generaciones ya no conocieron el viejo Riaño, pero para los que se trasladaron del valle al alto, la memoria no se borra y el dolor no deja de sentirse, “era un pueblo idílico en el que han quedado todos nuestros recuerdos sepultados para siempre”, asegura Hernández.
El nuevo Riaño es la tercera ubicación de este pueblo que, siglos atrás, en su origen, estuvo situado en la conocida como Cima de la Cueva, de ahí se trasladaron al valle donde hasta 1770 no hubo iglesia, “se oficiaba misa arriba, en La Cima de la Cueva”.
El embalse de Riaño en datos
Es el más grande de todos los embalses construidos por el Estado en la cuenca del Duero, tiene una capacidad de 651 millones de metros cúbicos de agua y se ubica al noroeste de la provincia de León, en la parte meridional de la Cordillera Cantábrica, en una zona que fue declarada en 1994 por la Junta de Castilla y León, Parque Regional por haberse conservado en ella “ecosistemas propios de la región eurosiberiana, que tiene como expresión más significativa extensas áreas de bosque atlántico caracterizadas por robledales y hayedos, con unas poblaciones de fauna entre las que destacan el oso pardo y el urogallo”.
Su construcción comenzó a mediados de la década de los años sesenta, pero el cierre de la presa no fue posible hasta el mes de diciembre de 1987, fue el día de Nochevieja de ese año cunado se dio por finalizada. El muro de hormigón que, en forma de bóveda, retiene las aguas del Esla tiene una longitud de 337 metros y se alza casi 100 desde el suelo. El embalse de Riaño tiene más de 100 kilómetros de costa.
Hoy, sobre sus aguas, se puede hacer un paseo en barco en el que ver de cerca la belleza de los 'fiordos leoneses', su flora, su fauna y la historia que las aguas anegaron para siempre.
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