
Bruselas ha sido escenario, una vez más, del debate sobre el futuro de la agricultura europea, y en esta ocasión, el algodón español ha ocupado un lugar central. El pasado 6 de junio, Cooperativas Agro-alimentarias de España participó en el Workshop organizado por la Comisión Europea sobre los desafíos actuales del sector de las fibras textiles. En representación del sector algodonero español, intervino Jesús Valencia, miembro destacado de la organización, quien trasladó el mensaje de una parte vital del campo español: el cultivo del algodón necesita seguir contando con el respaldo de la Política Agraria Común (PAC) para poder continuar cumpliendo su función económica, ambiental y social.
Este foro reunió en Bruselas a una amplia gama de actores relacionados con la cadena de valor textil: agricultores, cooperativas, industria transformadora, comercios, ONG y representantes de los consumidores. El objetivo era analizar el presente y futuro del sector de las fibras textiles desde un enfoque integral, con especial atención a los retos de sostenibilidad, innovación y competitividad.
El valor estratégico del algodón español
Durante su intervención, Jesús Valencia destacó el valor estratégico que el cultivo del algodón representa para España, y especialmente para Andalucía, que concentra prácticamente la totalidad de la producción nacional. Según datos aportados, en esta comunidad autónoma existen aproximadamente 2.000 explotaciones de algodón, con un tamaño medio de unas 10 hectáreas, lo que evidencia que se trata de una actividad desarrollada por pequeños y medianos agricultores.
El cultivo del algodón abarca alrededor de 50.000 hectáreas en España, una superficie que se ha estabilizado en los últimos años, reflejando la importancia estructural que esta actividad tiene para las economías rurales de las regiones productoras. Además de Andalucía, también se cultiva algodón en menor medida en Murcia y Extremadura, aunque la relevancia del cultivo andaluz es claramente dominante.
Jesús Valencia subrayó que el algodón no es solo un cultivo económico, sino también una herramienta de cohesión territorial y sostenibilidad. Su cultivo supone una fuente directa de empleo, ingresos y fijación de población rural, contribuyendo así al mantenimiento del tejido social en comarcas que, de otro modo, estarían en riesgo de despoblación.
Uno de los mensajes centrales trasladados a la Comisión Europea fue que el algodón español está comprometido con la sostenibilidad y ha evolucionado en las últimas décadas hacia prácticas agrícolas más respetuosas con el entorno. En este sentido, se puso de relieve la apuesta decidida del sector por la producción integrada, un sistema de cultivo que se basa en el uso racional de los recursos naturales y en la aplicación controlada de insumos, bajo la supervisión de técnicos independientes.
En Andalucía, muchas explotaciones algodoneras están integradas en Agrupaciones de Producción Integrada (API), lo que permite acceder a ayudas agroambientales en el marco de la PAC. Estas ayudas están condicionadas al cumplimiento de una serie de requisitos técnicos que aseguran una gestión sostenible. Algunas de las prácticas exigidas incluyen:
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Incorporación de cubiertas vegetales para mejorar la estructura y calidad del suelo.
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Prohibición del uso de plásticos en acolchados.
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Optimización de la fertilización y el uso de fitosanitarios.
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Aplicación de técnicas de riego localizado, que ya se emplean en el 60% de la superficie cultivada.
Gracias a este modelo de producción integrada, el cultivo del algodón se ha convertido en un ejemplo de cómo combinar rentabilidad y responsabilidad ambiental, adaptándose a los nuevos desafíos climáticos y normativos que exige la UE.
Otro de los puntos clave defendidos por Cooperativas Agro-alimentarias en Bruselas fue el papel imprescindible que juegan las cooperativas agrarias en el mantenimiento y desarrollo del sector algodonero. Estas entidades, formadas y gestionadas por los propios agricultores, cumplen una función social y económica insustituible: prestan servicios de asesoramiento, comercialización, transformación y formación, además de fomentar inversiones colectivas que permiten a pequeños productores competir en un mercado globalizado.
Jesús Valencia advirtió que sin el respaldo de estas cooperativas, muchos agricultores no podrían continuar con su actividad, especialmente en zonas desfavorecidas donde las alternativas económicas son escasas o inexistentes.
Además, las cooperativas actúan como garantes de que los principios de sostenibilidad, eficiencia y transparencia se apliquen en todas las fases de la cadena de producción. Su estructura democrática y su arraigo en el territorio hacen que sean empresas que no se deslocalizan y reinvierten en la comunidad, generando valor añadido y empleo estable en el medio rural.
En un contexto de reforma de la PAC, prevista para julio, Cooperativas Agro-alimentarias de España aprovechó su presencia en el Workshop para reclamar a la Comisión Europea que mantenga el apoyo al cultivo del algodón en el nuevo marco normativo. La organización argumentó que esta ayuda no solo es justa y necesaria, sino que constituye una palanca para avanzar en los objetivos europeos de sostenibilidad y transición ecológica.
“El apoyo al algodón en la PAC no debe entenderse como una subvención más, sino como una inversión en futuro: en sostenibilidad, en empleo, en innovación y en cohesión territorial”, defendió Valencia durante su intervención.
Además, recordó que el cultivo del algodón contribuye a los objetivos del Pacto Verde Europeo, especialmente en lo relativo a la lucha contra el cambio climático, el uso racional del agua, la economía circular y la promoción de modelos de producción más respetuosos con el medio ambiente.
El mensaje que Cooperativas Agro-alimentarias trasladó a Bruselas fue claro: el algodón español es un cultivo con futuro, pero necesita respaldo institucional para seguir avanzando en sostenibilidad y competitividad. Su valor va mucho más allá del aspecto económico. Representa una forma de vida, una herramienta contra la despoblación, un ejemplo de transición ecológica y un símbolo del compromiso del campo español con el desarrollo rural.
Ahora, la Comisión Europea tiene la responsabilidad de tener en cuenta estas consideraciones en la próxima reforma de la PAC. El mantenimiento de las ayudas al algodón no es solo una cuestión técnica, sino una decisión política que determinará si Europa apuesta realmente por una agricultura sostenible, viva y diversa.