
El sector de las bebidas espirituosas en España afronta un escenario de contracción del consumo, derivado de una compleja coyuntura económica y de tensiones arancelarias internacionales, pero mantiene su fortaleza como motor económico, exportador e identitario del país. Según el Informe Socioeconómico del Sector de Bebidas Espirituosas 2024, elaborado por Espirituosos España en colaboración con el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, el consumo total en 2024 se situó en 180 millones de litros, lo que supone una caída del 3,7% con respecto al año anterior y encadena dos años consecutivos de descenso.
A pesar de esta disminución, el sector no pierde su base de consumidores. Tal y como explica Bosco Torremocha, Director Ejecutivo de Espirituosos España, “la frecuencia y la intensidad de consumo se reducen, pero no la base de consumidores”. Esta moderación responde a una actitud más racional por parte del consumidor, condicionada por la inflación y la disminución de la renta disponible, que llevan a restringir las ocasiones de consumo y priorizar el gasto esencial.
La inflación media del 2,77% en 2024, sumada al 3,5% registrado en 2023, se ha consolidado como el factor determinante del retroceso en el gasto de los hogares en productos no esenciales como las bebidas alcohólicas. Esta presión económica afecta a todos los grupos de edad y se hace notar especialmente en el canal de hostelería, donde las ventas cayeron un 2%, aunque continúa siendo el principal canal de comercialización del sector: 6 de cada 10 consumos se realizan en bares y restaurantes.
Además, se señala como un obstáculo importante la inestabilidad geopolítica y comercial, especialmente las amenazas arancelarias internacionales que afectan tanto al comercio interior como a las exportaciones, las cuales, a pesar del contexto, superaron los 1.000 millones de euros en valor y alcanzaron los 137 millones de litros exportados en 2024.
Whisky, licores y tequila resisten la caída de la crisis
Por categorías, se observa una evolución desigual. Mientras algunas, como el whisky, los licores y el tequila, registran incrementos de consumo, otras sufren leves caídas que no modifican en exceso las preferencias del consumidor. El whisky sigue siendo la bebida espirituosa más popular, seguido por la ginebra, los licores y el ron.
Esta preferencia se mantiene estable y da cuenta de una transición hacia un consumo más selectivo y de mayor calidad, en línea con las tendencias europeas. “El mercado español está apostando por productos más premium, con mayor valor añadido, que destacan no solo por su sabor, sino por su elaboración, procedencia y características distintivas”, apunta Torremocha.
A pesar del contexto de consumo interno, el sector mantiene su liderazgo en Europa. España es el principal productor europeo de brandy, licores y ron, y desde la salida del Reino Unido de la Unión Europea, también ocupa el primer puesto en la producción de ginebra y el segundo en whisky, solo por detrás de Irlanda. Esta posición estratégica le permite sostener su peso económico y reputacional en el continente.
La internacionalización del sector se refleja también en sus cifras de exportación, con un peso significativo en la Marca España. Las bebidas espirituosas españolas son reconocidas globalmente por su calidad, diversidad y origen, respaldadas por las 19 Indicaciones Geográficas (IG) existentes que protegen destilados típicos de distintas regiones.
Más allá del consumo, el sector de bebidas espirituosas representa una parte fundamental del tejido económico español. Cuenta con más de 3.800 centros de producción distribuidos en todo el país, muchos de ellos ubicados en zonas rurales, donde la destilación tradicional constituye una actividad económica clave, generadora de empleo y de fijación de población.
Este arraigo se traduce en una contribución económica de más de 7.200 millones de euros anuales, una cifra que incluye impuestos, exportaciones, y valor añadido a través de la hostelería y el turismo. Cabe destacar que solo en concepto de impuesto especial, el sector aporta el 73% de la recaudación nacional por este tributo.
El efecto multiplicador de su actividad es considerable: por cada euro generado directamente, se crean otros cuatro euros de valor añadido. Además, por cada empleo directo en el sector, se generan nueve empleos indirectos o inducidos, especialmente en los sectores de restauración, turismo y distribución. En total, se estima que el sector contribuye a más de 390.000 empleos indirectos en España, muchos de ellos en el entorno rural.
La hostelería continúa siendo el pilar del consumo de bebidas espirituosas, y estas bebidas representan un componente esencial en la rentabilidad del sector. En concreto, el 30,5% de los ingresos de los locales de ocio provienen del consumo de espirituosos, gracias al elevado valor por litro de estos productos en comparación con otras bebidas alcohólicas.
Por esta razón, desde Espirituosos España se insiste en la necesidad de adoptar medidas que impulsen la recuperación del consumo y la protección del sector hostelero y turístico, claves para la economía española. “No se trata solo de preservar un negocio, sino de sostener una parte esencial de nuestra cultura, empleo y bienestar económico”, concluyó Bosco Torremocha.
Pese al contexto desafiante, el sector de bebidas espirituosas en España mira hacia el futuro con una apuesta firme por la innovación, la sostenibilidad y la calidad. Se promueve un modelo de producción más respetuoso con el medioambiente, vinculado al territorio y centrado en el consumo responsable.
El mensaje de los productores es claro: el sector necesita estabilidad normativa y apoyo institucional para seguir contribuyendo al desarrollo económico, al empleo rural y a la proyección internacional de la industria agroalimentaria española.
En definitiva, aunque 2024 ha sido un año complicado, el sector de las bebidas espirituosas demuestra su resiliencia, su compromiso con el territorio y su capacidad de adaptación y liderazgo en un contexto global incierto. La base de consumidores se mantiene, las exportaciones se consolidan y la producción sigue marcando el ritmo en Europa. Un sector que, incluso en tiempos difíciles, brinda oportunidades.