
La Unión de Uniones de Agricultores y Ganaderos ha expresado su rechazo frontal a las recientes declaraciones del comisario europeo Maros Sefcovic, que anunció la disposición de la Unión Europea a incrementar en 50.000 millones de euros las compras a Estados Unidos, entre ellas productos agrícolas como la soja. Para la organización agraria, esta decisión supone una clara contradicción con el objetivo declarado de lograr la autosuficiencia en proteína vegetal en la UE, incluido como uno de los pilares del Plan Estratégico de la PAC (PEPAC).
Un Plan Proteico que queda en papel mojado
Incoherencia política en plena crisis de dependencia exterior
Desde la Unión de Uniones se preguntan:
“¿Qué sentido tiene establecer a bombo y platillo un Plan Proteico en la nueva PAC, si ante las actitudes dominantes de otras potencias económicas, siempre sacrificamos nuestro sector agrario, conculcando los más elementales principios de soberanía y seguridad alimentaria?”
Esta crítica se dirige a la aparente incongruencia entre el discurso político europeo y las decisiones comerciales reales. Mientras se promueve en documentos oficiales la reducción de la dependencia en proteína vegetal importada, se dan pasos en sentido contrario que refuerzan esa misma dependencia, especialmente con EE.UU. como socio estratégico.
Una dependencia crónica: más del 90% de la soja consumida en la UE es importada
El caso de las habas de soja como símbolo de vulnerabilidad
En este contexto, la organización agraria recuerda que más del 90 % de la soja consumida en Europa procede de importaciones. Esta elevada dependencia contrasta con las ambiciones del Plan Proteico, que aspira a fomentar la producción interna de cultivos proteicos como las leguminosas (guisante, habas, altramuz, etc.), mediante el impulso a las prácticas agronómicas sostenibles y la resiliencia del sistema agroalimentario europeo.
La situación se agrava si se tiene en cuenta que las habas de soja fueron el principal producto exportado por Estados Unidos al resto del mundo en 2024, según los datos de comercio exterior del año pasado.
Un comercio exterior en crecimiento… pero desequilibrado
Datos de 2024 muestran un aumento de las importaciones de soja desde EE.UU.
Según cifras oficiales, el comercio agroalimentario y pesquero (AAP) de la UE-27 con EE.UU. representó en 2024 un 4,5 % de las exportaciones totales y un 1,8 % de las importaciones totales en este sector. Aunque el saldo comercial sigue siendo positivo para la UE, este creció un 35,3 % respecto a 2023, evidenciando un dinamismo creciente en las relaciones bilaterales.
No obstante, el peso de la soja dentro de este intercambio es preocupante, ya que representa más del 32 % del valor de las importaciones agroalimentarias desde Estados Unidos. Esto deja a la Unión Europea en una posición de alta vulnerabilidad frente a los mercados exteriores en un producto estratégico para la ganadería y la producción animal.
El caso español: saldo positivo, pero con fuerte dependencia de la soja
En el caso particular de España, las cifras también muestran un salto en las relaciones comerciales con Estados Unidos. En 2024, las exportaciones agroalimentarias españolas al mercado estadounidense representaron el 4,8 % del total, mientras que las importaciones alcanzaron el 3,7 %.
El saldo comercial es positivo y ha aumentado un 72 % respecto a 2023, lo cual en principio podría interpretarse como una mejora para el sector exportador español. Sin embargo, la importación de habas de soja se ha disparado, representando casi el 50 % del valor total importado desde Estados Unidos, con un valor medio cercano a los 672 millones de euros y crecimientos superiores al 20 % anual.
Unión de Uniones: “O estamos a setas o estamos a Rolex”
Críticas a la doble vara de medir en política agraria
La organización agraria critica la postura de la Comisión Europea por considerarla sumisa ante las presiones comerciales exteriores, como ya ocurriera con el acuerdo con MERCOSUR. En ambos casos, se estaría, según Unión de Uniones, renunciando a políticas agroganaderas propias para contentar a terceros países y facilitar el acceso a productos de bajo coste, aunque ello implique vulnerar principios de sostenibilidad, trazabilidad o seguridad alimentaria.
“Esto es radicalmente opuesto a lo que la UE querría hacer, o mejor dicho, querría haber hecho. O estamos a setas, o estamos a Rolex”, ironizan desde la organización.
¿Hacia dónde va la estrategia proteica europea?
Un reto clave en la reconfiguración del sistema agroalimentario
La defensa de una autosuficiencia proteica europea es clave no solo por razones estratégicas y económicas, sino también medioambientales. El cultivo de soja en países terceros suele estar asociado a modelos de deforestación, uso intensivo de plaguicidas y emisiones de carbono. Por ello, favorecer una producción interna sostenible sería coherente con los objetivos climáticos del Pacto Verde Europeo y con la exigencia creciente de los consumidores europeos en materia de origen y sostenibilidad.
La Unión de Uniones insiste en que no se puede avanzar en autonomía alimentaria si se firman acuerdos o compromisos comerciales que desmantelan los pocos pilares que quedan en pie de la producción vegetal estratégica, como es el caso de las proteínas vegetales.
📊 Comercio agroalimentario UE-27 y España con EE.UU. (2024)
Concepto | UE-27 | España |
Exportaciones AAP a EE.UU. | 4,5 % del total | 4,8 % del total |
Importaciones AAP desde EE.UU. | 1,8 % del total | 3,7 % del total |
Saldo comercial 2024 | +35,3 % interanual | +72,0 % interanual |
% de habas de soja en importaciones | 32 % del valor total | ~50 % del valor total |
Valor importado de soja | No disponible | 672 M€ (promedio) |
🔎 Conclusión
La Unión Europea se encuentra en una encrucijada estratégica. Por un lado, promueve una política agraria orientada a la sostenibilidad, resiliencia y autosuficiencia proteica. Por otro, refuerza su dependencia de potencias como Estados Unidos a través de decisiones comerciales que debilitan la producción propia y contradicen sus propios objetivos.
Para la Unión de Uniones, esta deriva pone en peligro no solo el futuro del sector agroalimentario europeo, sino también su coherencia política interna. Y, como señala la organización, si Europa quiere ser seria con su modelo agroecológico, debe dejar de sacrificar sus compromisos en el altar del comercio internacional.