
Los temporal de lluvias que han azotado con especial intensidad la Comunidad Valenciana durante el mes de marzo de 2025 han tenido consecuencias devastadoras para la producción de cebolla, uno de los cultivos hortícolas más relevantes en la región. Según datos difundidos por la Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-ASAJA), las pérdidas superan el 80% de la cosecha de cebolla en algunas comarcas como l’Horta, con un impacto económico superior a los 7,5 millones de euros.
A esta situación se suma un segundo factor crítico: la falta de materias activas eficaces para combatir enfermedades como el mildiu, un hongo que ataca de forma recurrente a este cultivo. Las restricciones europeas sobre determinados fungicidas, como el mancozeb, han dejado a los productores sin herramientas efectivas para frenar el avance de esta patología.
Una crisis sin precedentes: campos de cebolla sin recoger y sobrecostes disparados
El responsable de la sectorial de hortalizas de AVA-ASAJA, Vicente Sebastià, ha sido contundente al calificar la situación actual como un “auténtico desastre”. En declaraciones recogidas por la organización, destaca que “salvo dos o tres campos en l’Horta, el resto tendrá que labrarse sin recoger ni una sola cebolla”. La magnitud de la pérdida es tal que muchos agricultores ya barajan abandonar el cultivo en futuras campañas.
El problema no se limita únicamente a la merma en la producción, sino que se agrava con un aumento notable de los costes de producción. Debido a la falta de tratamientos eficaces, los productores se han visto obligados a incrementar el número de aplicaciones con productos alternativos, lo que ha supuesto un sobrecoste valorado en 1,5 millones de euros adicionales. “Los fungicidas ya no sirven, nos han retirado los que funcionaban. Es una situación desesperada”, añade Sebastià.
El mancozeb, en el centro del debate fitosanitario
El mancozeb, una sustancia activa utilizada desde hace décadas como fungicida de amplio espectro, fue prohibido en la Unión Europea en 2021 al considerarse potencialmente peligroso para la salud humana y el medio ambiente. No obstante, su retirada ha dejado a numerosos cultivos, especialmente a la cebolla, sin una defensa efectiva frente al mildiu.
El Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) dio recientemente la razón a una apelación presentada por el grupo de trabajo sobre el mancozeb, lo que abre la puerta a una posible reautorización. Sin embargo, a fecha de marzo de 2025, todavía no se ha producido ninguna autorización oficial por parte de la Comisión Europea ni del Ministerio de Agricultura.
Ante esta situación de bloqueo, AVA-ASAJA solicita al Ministerio que no solo se reactive el uso del mancozeb, sino que se autoricen también otras soluciones fitosanitarias o biológicas de contrastada eficacia, que permitan a los agricultores hacer frente a plagas y enfermedades sin verse forzados al abandono de cultivos.
“No tiene sentido sacar leyes contra el desperdicio alimentario y quitar soluciones para evitarlo”
Uno de los argumentos que más fuerza ha cobrado en las últimas semanas es el paralelismo entre las políticas contra el desperdicio alimentario y la retirada de productos fitosanitarios eficaces. Para Sebastià, “no tiene sentido sacar leyes contra el desperdicio alimentario y al mismo tiempo quitar soluciones fitosanitarias que provocan precisamente eso: desperdicio alimentario”.
La eliminación de materias como el mancozeb, sin alternativas equivalentes ya disponibles y aprobadas, está generando una paradoja: se promueve la sostenibilidad desde el plano legislativo, pero se limita la capacidad del sector para producir alimentos, lo cual deriva en cosechas arrasadas, recursos desaprovechados y alimentos perdidos antes incluso de llegar al consumidor.
El resto del campo valenciano: entre el alivio hídrico y la incertidumbre
Si bien las lluvias han sido nefastas para la cebolla, otros cultivos agrícolas valencianos han recibido el agua con alivio, sobre todo tras un año marcado por la sequía extrema. Las patatas, alcachofas y otras hortalizas de primavera han mostrado un desarrollo vigoroso gracias a las precipitaciones, que han reducido las necesidades de riego y han mejorado la humedad del suelo.
Sin embargo, los técnicos advierten que si en los próximos días se produce una subida abrupta de las temperaturas, estos mismos cultivos podrían verse afectados negativamente, debido a la proliferación de hongos y bacterias asociadas a la combinación de calor y humedad.
En cuanto a los cítricos, el impacto ha sido menor. Solo se han observado daños puntuales en algunas variedades de naranjas y mandarinas que estaban maduras y listas para su recolección. Las lluvias, en este caso, suponen más una ventaja hídrica que una amenaza inmediata. No obstante, la floración de los nuevos brotes podría resentirse si persiste el exceso de humedad en las próximas semanas.
Ganadería y secano: beneficiarios directos del episodio de lluvias
Uno de los sectores que sí ha celebrado el temporal ha sido el de la ganadería extensiva y los cultivos de secano, que dependen casi exclusivamente del régimen de lluvias para su supervivencia. El pasado año 2024 se cerró con niveles de sequía alarmantes en muchas zonas del interior de la Comunidad Valenciana, lo que forzó incluso el sacrificio anticipado de cabezas de ganado y la compra masiva de forraje importado.
En este nuevo escenario, las precipitaciones recargan los acuíferos, renuevan los pastos y reducen la presión hídrica sobre sistemas de explotación ya muy tensionados por el cambio climático. No obstante, las organizaciones agrarias insisten en que esta mejoría puntual no debe hacer olvidar que la planificación hidráulica sigue pendiente, con embalses por debajo de su capacidad media y una necesidad urgente de infraestructuras de captación y distribución más eficaces.
El campo pide una política coherente y adaptada al cambio climático
La situación generada en marzo de 2025 evidencia la fragilidad del sistema productivo agrario ante fenómenos climáticos extremos, cada vez más frecuentes debido al cambio climático. AVA-ASAJA, al igual que otras organizaciones del sector, reclama una política agrícola nacional y europea coherente, que combine sostenibilidad ambiental con viabilidad económica para los productores.
Esto implica una revisión urgente del catálogo de productos fitosanitarios autorizados, una apuesta decidida por alternativas biológicas eficaces, y una mayor inversión en investigación y desarrollo agroecológico. También es necesario un mayor diálogo entre la administración, los científicos y el sector productor, para evitar que las decisiones políticas de carácter técnico acaben desincentivando la producción nacional de alimentos.
Conclusión: una alerta para la soberanía alimentaria
La crisis de la cebolla en la Comunidad Valenciana es mucho más que un episodio puntual: es un síntoma de un sistema agrícola en tensión, al que cada vez le cuesta más adaptarse a nuevas normativas, responder a los efectos del cambio climático y mantener la rentabilidad sin herramientas adecuadas. La situación descrita por AVA-ASAJA pone sobre la mesa un debate de fondo: ¿estamos protegiendo nuestra soberanía alimentaria o debilitándola sin darnos cuenta?
Mientras se espera una respuesta clara del Ministerio de Agricultura sobre la reautorización del mancozeb o la incorporación de alternativas viables, el campo valenciano vuelve a cargar con las consecuencias de decisiones tomadas lejos de los surcos, pero con impacto directo sobre los alimentos que llegan a nuestras mesas