Si hay un sector que vive como nadie los vaivenes del mercado es el de la patata, basta con echar la mirada atrás unas campañas analizando los precios percibidos por los cultivadores para comprobar esta circunstancia que no deja de ser digna de unas líneas cuando no de un estudio más sesudo que, a ser posible, acabe siendo uno de esos libros blancos que adornan estanterías en muchas consejerías y ministerios sin más función que la de decorar y la de coger polvo.