Nos están robando.

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El otro día estuvimos con los agricultores de Serrada que hacen patrullas por la noche para que les dejen de robar el cobre de los transformadores para el riego. Aunque la doctrina oficial es que esa no es la solución, el caso es que desde que empezaron con las patrullas en esa zona de Valladolid, los ladrones no han vuelto a aparecer. Y ojalá no vuelvan, ni por allí ni por ningún sitio.

Resulta que no se puede poner a la Guardia Civil en cada cruce de caminos, para disuadir a los posibles ladrones. Eso lo sabemos todos. En los pueblos sabemos que hay una patrulla de seguridad ciudadana para toda la comarca, que demasiado hace muchas veces para todo lo que tiene que abarcar.

Pero también vemos en los controles de alcoholemia hasta cuatro coches de la Guardia Civil, que me parece muy bien. Nunca he dado positivo. La conclusión es muy fácil: sí que hay guardias civiles para lo que interesa. Y ya sé que más de uno está pensado que esto es demagogia barata. Es la respuesta fácil en estos tiempos para negar la evidencia.

Si los robos fueran en chalés de lujo a las afueras de una ciudad, me huelo que la reacción de algunas autoridades sería muy distinta. Ya pasó con los topillos. Si hubieran invadido los parques y jardines de las capitales, se había acabado con ellos cuando antes.

Pero en los pueblos lo único que decidimos son las elecciones municipales, ni siquiera las autonómicas y para nada las nacionales. Así que a algunos parece que les da igual que nos roben nuestro medio de vida, porque su cargo no depende de nuestro voto.

 Y si alguien no comprara lo robado, a lo mejor a los ladrones no les interesaba robarlo.

 

Blog de Luis Ángel Reglero

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