Dentro de pocas semanas, menos de lo que a fecha de hoy pueda parecer, las cosechadoras (y las personas, claro) comenzarán su trabajo y, si el tiempo, el meteorológico, no lo impide, un año más la agricultura vendrá a enderezar un PIB que, en los últimos años, no es ni de lejos el que a todos nos gustaría. De inmediato, se alzarán las voces que intenten restar importancia al campo y puede que tengan razón quienes arguyan que la economía de toda una Comunidad no puede depender de un negocio que, a su vez, está pendiente del cielo y no se guarece en una nave de un polígono.