Subastas on-line

img 0261

La expresión ‘poner puertas al campo’ no se refiere precisamente a la actividad que nos ocupa; antes bien, como a nadie se le escapa, alude a la inconveniencia, cuando no imposibilidad, de adaptarse a lo que comúnmente se llama los nuevos tiempos, la modernidad, los adelantos tecnológicos o lo que al lector le apetezca.

De este modo, los trenes sustituyeron a las diligencias, el gas y la electricidad al fuego, internet al papel y así sucesivamente. En el campo, estos avances técnicos, desde hace ya décadas, han aliviado sofocantes calores en las noches de cosecha, intenso frío en los inviernos montañeses y mesetarios, trabajos fatigosos cuando no de alto riesgo y horarios difícilmente compatibles con la salud y el bienestar. Pero todo ello se soportaba, vaya que se soportaba. No les quedaba otra a nuestros animosos agricultores y ganaderos.

Y todo sigue avanzando a una velocidad de vértigo. Lo último que me cuentan es la generalización de un método de compra de productos al agricultor y al ganadero a través de la red, vía subasta. El sistema es el siguiente: una potente distribuidor, habitualmente titular de una gran superficie comercial, anuncia la compra, vía subasta, de una ingente cantidad de un producto de gran consumo, sea éste lácteo, hortofrutícola, cárnico, etc. Un día determinado, a la hora prefijada, se abre una web  en la que el productor, de manera particular o a través de una cooperativa o empresa, ofrece su producto a un precio.

Una vez cerrado el plazo de subasta, la empresa compradora decide, se supone que siguiendo criterios de calidad y, más probablemente, de precio, la oferta ganadora en una  decisión casi con toda seguridad inapelable. De ahí que, de repente, ustedes vean ofertas de determinados productos, en fechas concretas, a precios que podríamos creer ‘altamente competitivos’

De entada, nada que alegar, no pondremos puertas al campo pues la distribuidora está en su derecho y puede que el mecanismo hasta beneficie al consumidor que, posteriormente, hasta aprovechará alguna oferta. Pero también sería bueno que se garantizara un precio justo al vendedor inicial, que se conocieran de verdad los requisitos (insisto: precio, calidad, plazos de pago…) y que la técnica, bendita sea por siempre, suponga un avance para todos y no un obstáculo para el desarrollo del libre mercado, al que tanto apelan, y con razón, las grandes superficies. Pero que sea de verdad.

Blog de Ángel Cuaresma

Deja un comentario

Share This