“No hay riesgo para la salud”

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No hay riesgo para la salud. No se transmite a los humanos. Creo que con estas dos tranquilizadoras frases, tranquilizadoras pero ciertas, podemos resumir la situación derivada del brote de lengua azul detectado a finales de semana en una explotación de ovino en Ciudad Rodrigo (Salamanca) como resultado de las ‘investigaciones’ de los servicios veterinarios tras haberse confirmado focos en el más que vecino Portugal.

Por ir al grano y no excedernos en lo positivo porque, claro está, el brote de positivo tiene más bien poco, a nadie le gusta que, en su explotación aparezca, por obra y gracia de quién sabe qué, un foco de cualquier enfermedad. Ello no es plato de gusto, ni para la salud del ganado (insisto, sólo del ganado) ni para la del bolsillo, pero, en estas líneas intentaré explicar qué esta esta enfermada (muy brevemente), sus efectos en la cabaña ganadera y las medidas ya implementadas.

La lengua azul, pese a este nombre tan hiperbólico más propio de gramáticos que de veterinarios o ganaderos, no es sino una suerte de fiebre catarral que afecta a rumiantes, bovinos y ovinos, de esas que cuando vamos al médico nos dice: “Es un virus”, y casi siempre nos deja in albis pues ni siquiera nos dicen de qué virus se trata. Los que saben de verdad de esto me cuentan que se transmite por los culicoides que, pese a tan grosero nombre, son unos mosquitos cuyas picaduras se ceban con las indefensas reses.

Estos mismos expertos insisten en que esta enfermedad azulada en nada se parece a otras, como la tuberculosis, que pueden devenir en el sacrificio de los pobrecitos animales afectados, de modo que ya tenemos una segunda buena (con todos los matices que se quieran, por supuesto) noticia.

Dicho esto, y ahora viene lo no tan positivo, no queda otra que inmovilizar, siquiera sea por un tiempo, la cabaña ganadera en un radio de 50 kilómetros a la redonda, lo que obligará a vacunar a 260.000 cabezas de ganado vacuno y otras 110.000 de ovino, con doble dosis en el caso de las primeras. Esto, no lo negaremos, es grave por lo que supone de dilación en el tiempo de bloqueo, máxime en una zona ganadera de tanta importancia como es el oeste de la provincia de Salamanca, ya saben, la de aquella con divisa verde y oro, pero confiemos en que, una vez vacunado el ganado (que de vacunar como a ganado ya tenemos experiencia) y pasado un tiempo prudencial, la actividad en la zona vuelva a su ser y se recupere la normalidad.

Blog de Ángel Cuaresma

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