Modestos pero eficaces

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En más de una y de dos ocasiones, he escrito en este foro sobre lo poco aprovechados que están algunos vinos de calidad de Castilla y León y las oportunidades perdidas por quién sabe qué defectos de las bodegas que se consideran a sí mismas poderosas y por esos consejos que más que reguladores parecen regulares, y no será por falta de caché.

Son trenes que nunca volverán a pasar, liderazgos que nunca conseguirán y duros que se van en forma de actitudes ampulosas, mucha fachada y poca sesera, que compensan, eso sí, con una cartera abultada por aquello de las campanadas de los buenos tiempos que se fueron.

Mientras, hay otros, más modestos, que, piano pianito, se van abriendo camino, conquistando mercados y haciéndose algo más que un hueco en las mesas de los consumidores, en las barras de la hostelería cada vez de más prestigio y en los lineales de la distribución.

Daré nombres, claro que sí: Toro y Cigales. Dos denominaciones históricas en el panorama vitivinícola no sólo regional, sino nacional, y ya con las miras puestas en otros mercados. No son, como digo, flor de un día, no han nacido ayer, pero sí son nuevos sus planteamientos, sus formas de hacer las cosas. No tiran con pólvora de rey, saben que no acaparan los grandes titulares, ni las fiestas ostentosas, pero sus bodegas están ahí, formando parte de la vida cotidiana de los pueblos de sus respectivas comarcas, nutriéndose de una uva cada vez más cuidada y lanzando al mercado unos caldos más pulidos, más potables, al alcance de los paladares y, a qué negarlo, de los bolsillos.

Ambos han pasado momentos de dificultades, sean éstas puramente enológicas, económicas o hasta políticas. Ello ha supuesto que, al habitual trabajo estrictamente agrícola y posteriormente industrial y comercial, se le hayan unido unas necesidades de gestión inéditas hasta ahora. Y si viticultores y bodegueros estuvieron a la altura cuando las circunstancias así lo requerían, también ahora lo han estado os responsables de la administración del día a día, de ese trabajo que no luce pero sin el que la calidad de la uva y el cuidado en las barricas, se quedaría en eso, en un lugar oscuro y recóndito.

Afortunadamente, hoy no es así y sólo nos cabe desear que esta ya inminente campaña de Navidad sea la que deseamos para Toro, para Cigales y para esas denominaciones modestas que merecen un gran 25 de diciembre.

Blog de Ángel Cuaresma

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