Más sobre las elecciones europeas

img 1852

La inminente celebración de las Elecciones europeas y la designación del aún ministro de Agricultura, Miguel Arias Cañete, como cabeza de lista de una de las formaciones que concurren a los comicios, el PP, es una buena excusa para reflexionar sobre lo que han sido para el campo estos años de presencia de España en lo que en su día se llamó Mercado Común. No se trata, en modo alguno, de realizar un análisis, ni siquiera superficial, de la política agraria de la Europa hoy de los 27, sino de recordar lo que aquello supuso, al menos en el imaginario emocional de los agricultores y ganaderos.

Creo que muchos de nosotros recordamos cómo, a los pocos años de la incorporación de España a  la CEE, se aprobó la primera PAC. Por aquel entonces, quien esto escribe dedicaba mucho tiempo de su labor profesional a la información agrícola y, buena parte de esta información, estaba centrada en las preocupaciones, temores y consiguientes protestas del sector. Esta incertidumbre, pues aquello tenía mucho de miedo a lo desconocido, coincidió con la eclosión de las organizaciones profesionales agrarias, algunas de ellas arraigadas en el medio rural y otras de nuevo cuño; con tan explosiva pero, al tiempo, comprensible mezcla, las movilizaciones se reprodujeron por España y, muy especialmente, por Castilla y León convirtiendo al tradicionalmente tranquilo y conservador medio rural en el germen de movimientos sociales desconocidos hasta el momento y que, con el paso de los años, también se fueron aletargando. Eran los tiempos del “Contra Carlos Romero (y Pedro Solbes) vivíamos mejor”.

Por aquel entonces, se veía con lógico temor el paso a un sistema en el que las producciones se sustituían o complementaban con subvenciones (y eso que la CEE se llamaba mercado) y algunos cultivos se contingentaban con sistemas de cuotas y pagos compensatorios que poco tenían de liberal pese a la vocación claramente tal de los miembros que integraban el nuevo estado supranacional.

Con el paso del tiempo, el sistema fue comúnmente aceptado y, tras sucesivas reformas, con sus pros y sus contras, hoy los miedos son otros y quienes entonces mostraban sus temores por la llegada de la PAC, hoy los muestran por la anunciada desaparición de algunos de sus mecanismos.

Sirva esto, insisto, si no como reflexión, sí al menos como recordatorio en un momento en el que la Unión Europea vuelve a convocar a los ciudadanos para elegir su Parlamento. Es verdad que el Mercado Común no nació sólo con visión agrícola, es verdad que los dineros de los ciudadanos de la UE no se destina  únicamente al campo, pero no es menos cierto que, junto con las inversiones en infraestructura, en proyectos culturales de calado, el subconsciente de muchos de nosotros nos lleva a identificar Unión Europea con agricultura y ganadería. Para lo bueno y para lo malo.

Y, por cierto, no debería retrasarse mucho el nombramiento del nuevo ministro. Las quinielas hablan de la secretaria general, Isabel García Tejerina, proveniente de una conocida familia de Valladolid de toda la vida. Pero, eso, como no puede ser de otra manera, no significa nada, es decir, que de barrer para casa, nada, pero sí, al menos, se podrán mejorar las relaciones con los de aquí, siempre y cuando no sea verdad ese refrán que dice que no hay peor cuña que la de la propia madera. 

Blog de Ángel Cuaresma

Deja un comentario

Share This