Más jóvenes en el campo

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Al final, va a resultar que en el campo no estamos tan mal aunque sólo sea en comparación con otros sectores. Me explico. Llevamos muchos, muchos años hablando, y creía que con razón, de la pérdida de población en el medio rural, uno de los grandes caballos de batalla de nuestra Comunidad; de la pérdida de activos (perdón por lo cursi del término) en la agricultura y la ganadería, de la escasa cuando no nula rentabilidad de las explotaciones, de la falta de servicios públicos y/o sociales en nuestros pueblos… en fin, de todo eso que hace más difícil la vida diaria lejos de las ciudades.

Pues bien, estos días, como saben, los distintos consejeros del Gobierno autonómico andan por las Cortes presentando el proyecto de Presupuestos de Castilla y León para el año 2014. Un trámite legal, sin duda, que, allá por los días previos a la Navidad culminará con la aprobación en Pleno debido a la mayoría absoluta de que goza el Grupo Parlamentario Popular, que sustenta al Ejecutivo.

De la comparecencia de la titular de Agricultura, Silvia Clemente, y de las intervenciones de los grupos podríamos extraer las cifras que quieran pero confieso que el dato que más me llamó la atención fue el de la incorporación de los jóvenes al campo, que fue de 3018 en los últimos siete años. Sí, sí, ya sé que ello ha ido acompañado de una salida de personas mayores y no tan mayores pero no deja de ser noticia la llegada de savia nueva a un sector que parecía condenado a ser el reducto de personas de edad avanzada, con una indudable experiencia pero, mucho nos temíamos, sin el relevo generacional que precisa cualquier actividad profesional.

Tras mi primer atisbo de escepticismo al escuchar y leer las palabras de la consejera, algo indagué y, segunda sorpresa, las tablas que maneja otra Consejería, la de Hacienda, reconocen esta situación, que no sé si es correcto llamar traspaso, pues los expertos aseguran que es, o era, si hacemos caso a los más optimistas, fruto del acusado deterioro de otros sectores de la actividad económica, siendo el más complicado el de la construcción.

El caso es que, aunque estemos ante una insistente repetición de la teoría del mal menor, no hagamos ascos a la llegada de estos jóvenes a un sector que no en vano se llama primario y que, de ser cierta y no tengo por qué dudarlo, garantiza la supervivencia de algunas explotaciones y de algunos pueblos, y pongo especial cuidado en utilizar el adjetivo. Que así sea. 

Blog de Ángel Cuaresma

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