Legislatura de cuatro años

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Ha tardado, sí, pero ya ha echado a andar una nueva legislatura autonómica que, creo, va a discurrir con mayor normalidad de la que auguran sus críticos y hasta los neutrales. Y, además, tengo para mí que será completa, es decir, que durará los cuatro años que tiene que durar. Y ello por varios motivos que intentaré explicar.

En primer lugar, porque lo que se ha configurado, es decir, un pacto entre PP y Vox (intentaré huir de apellidos, adjetivos e hipérboles) no es sino cumplir escrupulosamente con la voluntad popular expresada en las urnas el 13 de febrero. Uf, qué frase más correcta me ha quedado. Y se ha cumplido con la voluntad popular tanto en la globalidad del acuerdo, es decir, quienes lo firman, como en la proporcionalidad, más o menos, de los números traducidos en escaños.

Era la opción más deseada por los ciudadanos y cualquier otra (en realidad, sólo había otra posibilidad, hubiera supuesto el fin, por otra parte, ya más que anunciado, de los partidos considerados tradicionales. (Es curioso que al PSOE se le considere un partido ‘tradicional’, no confundir con “requeté).

En segundo lugar, creo que la legislatura no se romperá de manera abrupta porque el nuevo y flamante socio de futuro del PP tiene, a diferencia de su anterior partenaire, principios. Ustedes podrán estar o no de acuerdo con esos principios, también llamados valores, pero no me negarán que los tiene, y eso ayuda bastante a la hora de saber con quién te juegas los cuartos, cuartos que son, en realidad, los de la ciudadanía. Bueno, y también los de la cartera de los políticos.

Y, en tercer lugar, y creo que esto aún no se ha valorado lo suficiente, me da la sensación de que en el PP existe un miedo, justificado, por otra parte, al sorpasso y, si éste se considera inevitable, pues cuanto más se retrase, mejor que mejor, y si pudiera ser por cinco años en lugar de cuatro, pues mira qué bien. Igual a ustedes, que con tanta generosidad están leyendo este humilde artejo, consideran este pronóstico pelín exagerado pero no les diré eso de “tiempo al tiempo”. Simplemente, me quedo con el temor que se palpa, hasta los síntomas propios del escorbuto, en las filas del hoy partido mayoritario en Castilla y León y en el centro-derecha español.

Y dicho esto, espero que me llamen fascista en tres, dos, uno…

Blog de Ángel Cuaresma

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