LAUKI ya no es la leche

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El anunciado cierre de la factoría de Lauki en Valladolid no parece enmarcarse en lo que sería legítima estrategia de una empresa que debe velar por sus beneficios y adaptarse a las necesidades del libre mercado. Si ello fuera así, estaríamos ante una decisión muy dolorosa pero quizá necesaria para la compañía.

Pero, tanto por lo que vamos sabiendo estos días como por lo que veíamos y podíamos imaginar en los últimos años, la decisión final es fruto de una calculada operación de deterioro a medio plazo de unas instalaciones, en este caso, las de Valladolid, en beneficio de las de otros lugares de España donde, quizás, la multinacional francesa no tiene tantos redaños para enfrentarse a la sociedad local.

No entraré en este breve espacio a contarles la por muchos sabida historia de Lauki, desde 1958, en Valladolid, pero no dejaré de reconocer que la compra por parte de la multinacional Lactalis pudo salvar, siquiera sea por unos años, a una compañía entonces más pequeña que puede que no hubiera sobrevivido en este mercado siempre en cambios.

Pero, dicho esto, uno no acaba de entender por qué Valladolid no y otras plantas sí. Quizá podamos comprender que no se cierre (en el lenguaje empresarial creo que se dice desafecte) Granada, que es algo así como la sede central del Grupo (no sé por qué lo escribo con mayúscula) en España; también puedo entender que no se atrevan con la planta catalana de Mollerusa (Lérida), pero que se lleven la alta tecnología de las instalaciones de la vallisoletana avenida de Santander a las envasadoras de Lugo, clama al Cielo, con todos los respetos para los trabajadores lucenses y sus familias.

Es que se ha dejado de envasar leche , dicen los rectores de Lactalis, cuya marca más conocida es Puleva; claro, se ha envasado la que se ha querido envasar y se ha desviado a otras plantas la que se ha querido desviar. Es que ya no se consume leche fresca pasteurizada; ya, bonitos, y si fomentamos el consumo de otros productos, pues menos se consumirá.

Ahora, a los trabajadores se les ofrece lo de siempre: prejubilaciones, que parece ser la piedra filosofal que soluciona todos los problemas de las empresas, o un traslado; es decir, que te cojas a tus hijos y los escolarices (en catalán, por supuesto) en un colegio público, o concertado, o lo que sea de Lérida.

Por lo que se refiere a los ganaderos, ya sé que aseguran que esta es la empresa que peor paga pero quiero creer que, al menos, la deslocalización (otra palabreja del sector) no será un obstáculo para que se les siga recogiendo la leche en Castilla y León aunque ésta sea tratada y envasada en otras regiones. Ojalá. Yo, de momento, mi taza de siempre, la que ven en la fotografía adjunta, ya veremos de qué la relleno.

Blog de Ángel Cuaresma

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