El voto rural

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En mi humilde artículo de la pasada quincena, lamentaba la falta de atención de los políticos, y no sólo de ellos, a todo lo que suceda fuera de Madrid o de las regiones díscolas. Y lo hacia a cuenta de la inclusión de la ministra de Agricultura, Isabel García Tejerina, en las listas del PP por Madrid, y no por Valladolid como inicialmente estaba previsto, extremo éste, por otra parte, aún no desmentido.

Venía a decir quien esto escribe que reforzar la candidatura madrileña a cambio de un supuesto despojo, sólo supuesto, de la vallisoletana, era algo así como pensar que las Elecciones se ganan sólo con los votos de Madrid y no con los de cada una de las circunscripciones coincidentes con las provincias.

A fecha de hoy, aunque no creo que sea un gran avance, he de decir que los teóricamente grandes partidos políticos han hecho de la necesidad virtud y, ya en los primeros días de campaña, se han visto obligados a volcarse en eso que los periodistas de Madrid llaman, con una más que acusada displicencia, la España interior, como si no fuera interior Madrid, casi toda Cataluña o lo más profundo de las históricamente profundas provincias vascas.

Esos periodistas, casi todos nacidos en eso que llaman provincias, como todas, por otra parte, ven en los viajes de los candidatos por toda España una noticia por el mero hecho de hablar para los abulenses, los zamoranos…, a los que cuesta en unas ocasiones lo mismo y en otras más sintonizar esos canales de radio y televisión que se creen tan importantes, o esos periódicos a los que se han comido (una veces para bien, otras no tanto) los medios digitales y las útiles pero en ocasiones poco rigurosas redes sociales.

Y, claro, si además de reclamar el voto en esos lugares de España que no son guays, le añadimos una medida dosis de ruralidad, para qué queremos más. Eso por no hablar de la multiplicación de gastos y esfuerzo que, para periodistas y empresarios del sector, supone la presencia de los líderes en zonas digamos que alejadas de los grandes circuitos.

Ese mismo desprecio, que es el síntoma más común con el que cursa la enfermedad de la ignorancia, les lleva a hablar de “las dos Castillas”, como si cada una de las referidas no tuviera su propio nombre; y les lleva a olvidar que, en una de ellas, hasta no hace mucho, estuvo histórica, geográfica y aún hoy económicamente encuadrada esa Madrid convertida en capital de España o de sí misma.

En fin, que se tiene en cuenta a la España, a ver como lo digo, rural, o agraria, o pecuaria; pero no se hagan ilusiones, que no vuelve Macías Picavea, es sólo hasta que pase el día 20. Después, como rezaba la canción, todo quedará en el olvido y sus promesas de amores en el aire se perderán.

Hasta los jóvenes urbanitas, con cualquier pretexto familiar, se han acercado al oeste ibérico para firmar la postal navideña y recargar la mochila de turrón de almendra de la tierra. Aunque, en esta web, dedicada al mundo rural, el turrón que más dará que hablar no es el que vuelva a casa por Navidad, sino el del lobo. Pero ese es otro asunto. Feliz votación. Feliz Navidad.

 

Blog de Ángel Cuaresma

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