No me negarán lo que tiene de justicia poética que un político socialista habitual de la explotación de mujeres se llame Bernardo, que es el femenino de Bernarda… la de chascarrillo.
Pero vayamos al fondo de la cuestión. A estas alturas de la película, digna de la mejor caspa de Esteso y Pajares, no parece noticia, por la falta de novedad, que un representante del PSOE dedique sus horas de ocio y negocio a frecuentar la prostitución. Sucedió con altos cargos, no todos, del PSOE de Andalucía y sus subvencionados brazos sindicales de la UGT, y los adornos eran dizque parecidos: locales de supuesto lujo, comidas caras, caras, hasta la indigestión, droga… Así, hasta asar una vaca.
No parecía mejorable, es un decir, lo de Andalucía cuando nos encontramos con el tal Juan Bernardo Fuentes y sus prolongaciones (sin chiste, por favor). Lo que sucede, amén de que llueva sobre mojado (insisto, sin chiste, que la cosa no debe mover a broma) es que conocemos la trama en un momento político muy crítico en el que, además, se está jugando en diversos frentes contra la libertad de la mujer.
La financiación, porque de eso se trata en realidad, de redes de explotación de mujeres vía cliente, coincide, a fecha de 28 de Febrero, con 646 violadores beneficiados por la ley de Irene Montero; sumándose, además, con una normativa trans que diluye, como un azucarillo en un café hirviendo, la verdadera diversidad y perjudica especialmente a los colectivos históricamente ninguneados.
Y, por no extenderme, las noticias que van apareciendo, con las dosis propias del cuentagotas de lo publicable, se van acercando peligrosamente a la tan señalada fecha del 8 de marzo. Pregunta de trivial: ¿Será esta trama de explotación sexual de mujeres objeto de consignas, pancartas y vocerío? ¿Será Bernardo siquiera un mínimo blanco de las críticas de los y las asistentes a las manifestaciones? Mucho me temo que, entre insultos a Isabel Díaz Ayuso y a las mujeres de Vox, no habrá un minuto para solidarizarse con esas tristes chicas de la calle que derraman perfumes en la cutre desnudez de Bernardo, socialista, supongo, del ala moderada.
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