De vinos, otra vez

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Hace pocas semanas, comentábamos en esta misma sección la denuncia de una sociedad limitada regional que se sentía agredida por el hecho de que una multinacional de la distribución había decidido bajar el precio de venta al público del producto. La pasada semana, hemos conocido la denuncia de otra firma, en este caso la bodega Cuatro rayas, adscrita a la Denominación de Origen “Rueda”, que acusa a otro gigante de la comercialización, el mayorista “Makro”, de copiar el diseño de una de sus botellas y marcas.

La denuncia, que ha sido admitida a trámite por el Juzgado de lo Mercantil de Segovia, se refiere a un vino blanco comercializado por “Makro”, el verdejo “Mares del Sur”, que supuestamente copiaría el diseño en su etiquetado del premiado vino “Nave Sur Verdejo”.

Pues bien, qué quieren que les diga. No seré yo quien me ponga en contra de una bodega de la tierra y somos unos cuantos los que, en nuestra profesión, hemos dado buenas muestras de defender la tierra y sus productos; pero, dicho eso, no es menos cierto que nuestros bodegueros, vinateros y demás, por muy poderosos que sean (o se crean) también deben acostumbrarse a que no todo es incienso, té y simpatía.

Digo esto porque miramos las botellas sometidas ahora al dictado de la justicia mercantil y, claro, se parecen, y mucho: ambas contienen vino blanco, ambas tienen una imagen (distinta) en tonos amarillos, ambas están diseñadas con una similar grafía y vistosas letras azules… Mas también hay diferencias, claro está, y no sólo en la calidad, que no es lo que se cuestiona en la demanda: el amago de mar que brilla en la parte inferior de la botella de lo que podríamos llamar marca blanca… en fin, que no parece que estén tan claros los motivos de la denuncia.

Hace años, ya bastantes, sí se produjo en el sector de la distribución, una flagrante copia de diseño, en aquella ocasión de libro. Me estoy refiriendo al diseño de  la etiqueta de uno de los aceites La Española, que remedaba literalmente las etiquetas más comunes de Carbonell, hoy propiedad de Deoleo, que comercializa, además, marcas tan prestigiosas como la citada Carbonell, Koipe y Elosúa, entre otras.

Aquella imitación, como digo, era de antología: la señora que aparecía en las etiquetas, las letras de color blanco sobre fondo rojo… Pero, la que hoy nos ocupa, me parece a mí, es otra historia.

Blog de Ángel Cuaresma

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