Bien, mal y ya veremos

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A estas alturas del ciclo agrícola, ya podemos hacernos una idea, más o menos clara, de cómo va a resultar la cosecha, al menos en los cultivos principales de la Comunidad. E, independientemente de lo que los profesionales del sector nos digan, que seguro que se ajusta a la realidad, no tenemos más que darnos una vuelta por nuestro campo para contemplar lo que está pasando o va a pasar.

Empezando por el cereal, dado su peso porcentual en el Producto Interior Bruto y por las fechas en que nos encontramos, un viaje en coche por nuestras carreteras no puede ser más desolador: unas parcelas, otros años resplandecientes de verde escocia, hoy ya amarillas, muy, muy antes de tiempo y, lo que es peor, poco granadas,  y decir poco en este caso es excesivamente generoso.

Muy poca lluvia y la que llegó lo hizo a destiempo, heladas que rompieron el ciclo vegetativo, excesivo calor antes del agua y, por si fuera poco, tormentas de granizo que han acabado con las pocas esperanzas que pudieran albergar los agricultores y que, dicho sea de paso, también han arrasado, en algunas comarcas, las plantaciones de árboles frutales.

Otra cosa es, y quiera Dios que no nos equivoquemos, la situación de un cultivo que también podríamos considerar estrella en relación al PIB, al menos si tomamos como referencia cifras de años atrás: la remolacha. Aquí, las previsiones son más optimistas y el sector habla hasta de lo positivo de la poca humedad en aras a evitar enfermedades en la planta. Sin embargo, no falta quien nos alerte de la posibilidad de que, si persiste la sequía, no se pueda regar, lo que daría al traste con una parte de las esperanzas depositadas en esta actividad.

Mientras, los meteorólogos ya comienzan a pronosticar un verano caluroso. Hasta aquí, parecido a  los dos anteriores, es decir, 2015 y 2016, pero, claro está, con una sustancial diferencia: la lluvia que precedió a estos dos estíos y la mejor cosecha. Independientemente de que caluroso no signifique que no pueda llover. Es más, el excesivo calor no pocas veces viene acompañado de las tan temidas tormentas.

Queda por analizar la situación de la vid. Es verdad que es aún pronto y que las necesidades físicas de la uva son muy diferentes a las del cereal o la remolacha pero en no mucho tiempo ya estaremos en condiciones de saber lo que nos puede aguardar allá por septiembre u octubre. Ojalá se cumplan las expectativas y la viticultura pueda arreglar una parte de lo que otros subsectores ya dan por perdido.

Blog de Ángel Cuaresma

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