Aprovechemos la ley Celáa

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Si yo fuera laísta y ceceara, diría que a la ministra de Educación “cela(h)a ido la pinza “ pero como, ni soy laísta, ni soy María Jesús Montero, diré que la Ley que perpetra ha de ser una oportunidad para aprovechar. Sí, ya sé que esto les sorprende, de modo que intentaré explicarme.

Desde hace ya más años de los que desearíamos, los niños catalanes, baleares, valencianos, gallegos (del moderado PP del no menos moderado Alberto Núñez) y, en menor medida, vascos, estudian, viven y optan en inferioridad de condiciones. Ello es así por una razón tan dolorosa como sencilla: la lengua común de todos los españoles, de muchos, muchos países y de millones de personas en todo el mundo es para ellos poco más que una asignatura que se estudia. De este modo, cuando uno de nosotros se comunica, es un decir, con las nuevas generaciones (más bien degeneraciones) de estas comunidades se da cuenta de que no te hablan en español o castellano (valen ambas acepciones, no discutamos por ello), te das cuenta de que traducen, han de pensárselo, no les sale por generación espontánea pese a que la global es su lengua materna.

Digo que, entre los jóvenes vascos el daño es menor que entre catalanes, valencianos, baleares y gallegos porque la lengua allí implantada por el PNV es de tan diferente ejercicio, que su práctica real sí que limitaría por completo la conexión con extraños y también entre los propios. Por eso, al nacionalismo vasco le resulta tan difícil erradicar el español, salvo en la Guipúzcoa y Vizcaya profundas.

Sin embargo, en las otras citadas regiones, la práctica común de la llamada lengua vernácula está tan extendida que estos colectivos a los que me refiero ya son incapaces de hablar, no digo ya escribir, con corrección, soltura y fluidez en español o castellano. Bastan cinco minutos con un oriundo o residente en estas tierras, tan españolas todas, para darte cuenta de que no hablan en español, sino que se lo piensan y traducen. A su manera, claro está, pero traducen.

 Ahora, una vez aprobada la Ley por mor de la apisonadora conformada por la izquierda moderada (otra vez los moderados) , la menos moderada,  los independentistas y la extrema derecha nacionalista, todo esto se va a agravar, vamos, algo así como sentar cátedra.  Y aquí es donde quería  llegar: esto, por mucho que presuman, les obliguen o amenacen, no es un problema a la hora de relacionarse durante unas vacaciones, o en una visita familiar, o en un establecimiento de hostelería. El problema viene cuando hay que opositar, o presentar un currículum, o afrontar una entrevista de trabajo en este mundo globalizado en el que los puestos de trabajo, al menos, los mejor remunerados, no están, no ya en tu comunidad, ni siquiera en tu país, sino en Londres, Berlín, París, Nueva York…

Y aquí, insisto, es donde debemos sacar tajada, donde debemos aprovechar nuestra corrección lingüística, nuestro mejor conocimiento, del español, sí, mas también  del inglés, el francés o el alemán. Porque, esa es otra, los colegios trilingües. En estas comunidades, tan autónomas ellas, la primera lengua es la vernácula; la segunda, el español, y, la tercera, el inglés. Llegar ya al francés o al alemán es rizar el rizo, imposible por programa, horarios y presupuesto.

Así, en el resto de regiones, el inglés es la segunda lengua y, por tanto, es mucho más fácil optar al idioma que te van a exigir para un  buen puesto de trabajo, o sea, la tercera. Hombre, siempre les quedará la opción, que parece que es a lo que aspiran, de opositar a funcionario de la Administración autonómica correspondiente, o la posibilidad de reducir su ámbito laboral al terruño, pero esto último, no nos engañemos, cada vez tiene menos demanda.

Por ello, insisto, aprovechemos la oportunidad que, sin quererlo, nos da nuestro Gobierno y que las multinacionales de uno u otro sector se rifen a nuestros ingenieros, a nuestros científicos, a nuestros abogados… Ya que es tan difícil encontrar trabajo en España, al menos que lo tengan en la City o en Manhattan. Aunque, ya lo sé, no todo es tan sencillo pero menos para quien no sabe expresarse en un idioma universal.

Blog de Ángel Cuaresma

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