“Ahora, es fácil decirlo”

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Ahora, es muy fácil decirlo y el análisis es muy apresurado pero soy de los que opinan, quizá pocos, que el resultado que arrojaron anoche las urnas no era tan impredecible. Sí, ya sé que todas las encuestas de empresas privadas decían lo contrario; ya sé que los datos finales se parecen más de lo que suponíamos a las premociones del CIS. Pero también les diré una cosa: he estado muy cerca de ganar una porra, en concreto, la referida a los resultados del PP, y no he andado muy lejos de los obtenidos por el PSOE.

Sin embargo, lo importante no es, ahora, si los resultados eran previsibles o no, o si ahora todo cuadra y encajan las piezas. Lo trascendente, sin duda, es ir viendo cómo se engrasa todo para formar gobierno y qué gobierno. Lo digo (lo escribo) porque todos nos acostamos con la sensación de que es inevitables un gobierno multicolor de izquierdas, nacionalistas e independentistas, con la repetición electoral en otoño como única alternativa.

Y puede que sea así, sin duda. Lo que nos lleva, una vez más, a lo de siempre: la idiosincrasia cainita y suicida de la derecha española. Salen los números. Vaya que si salen. El resultado del PP no es malo, ni mucho menos, si tenemos en cuenta que partía de 89 diputados. El de Vox, jugando con los mimbres con que juega, es decir, siempre con uno menos en el equipo, en campo contrario y con el árbitro comprado, tampoco es catastrófico y la merma de escaños se circunscribe, casi en exclusiva, a las provincias con  menor población. Ambos, al cierre de este artejo, sumaban 169 escaños.

Pero, ¿y el resto de a derecha? Muchos. Por eso, nunca entenderemos la imposibilidad de sumar a la ecuación al derechón, derechón, PNV; a la derecha de UPN; a Coalición Canaria y, si se diera el caso, a una sucesión de partidos regionalistas que, de izquierdas, no son, ni de lejos.

Si así fuera, hoy, sin duda, estaríamos a la espera de conformar, en pocos días, un gobierno de derechas, o de centro-derecha, como quieran. Y la culpa no es de que esté Vox, de manera indefectible, en la ecucación; otrora, no estaba, y tampoco cristalizaba este tipo de pactos.

Ahora, para unos, será peor un gobierno multicolor que una repetición; para otros, será al revés. Para muchos, muchos, ambas soluciones son malas. Pero, insisto, las matemáticas no son exactas y los números se pueden manejar. Como las personas.

Blog de Ángel Cuaresma

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