
Contra lo que puedan presumir los tópicos, el agricultor es un profesional que, con rapidez pero con consciencia, se ha adaptado a los cambios derivados de las nuevas tecnologías, esas mutaciones, tantas veces de vértigo, que a todos nos afectan y que aceptamos con mayor o menor interés.
Hoy, y desde hace quizá décadas, el agricultor no responde a ese perfil machadiano o azorinesco del hombre rural; antes bien, frente a esos personajes desconfiados hasta la caricatura, labradores y ganaderos de nuestro campo son personajes modernos, estudiosos de la teoría y amantes de la puesta en práctica de sus saberes, lo que les permite luchar contra esos inconvenientes que todos conocemos: el negocio al aire libre, la adversidad natural, el injusto poco prestigio social…
Estos días, hemos tenido ocasión de conocer algunos nuevos proyectos, que ya están aquí, que nada tienen que ver con la ficción sino con la ciencia y con la aplicación de las I+D+i a la agricultura. Los ha presentado, por tierras cerealistas de pan llevar de Valladolid y Palencia, Agroaguilar, una compañía muy conocida en el sector, hasta ahora dedicada a la comercialización de fertilizantes y similares, que da un paso de gigante y nos introduce en un mundo virtual pero, de verdad, muy real.
Desarrollada por ingenieros de la Universidad de Castilla-La Mancha, se trata de lo que comúnmente llamaríamos una aplicación que permite conocer el estado de cada parcela en tiempo real y no exagero nada si les digo que hasta nos dice lo que el niño necesita comer y beber en cada momento. Ello no significa que el agricultor vaya a desatender sus obligaciones para con su explotación pero, por poner un ejemplo, le va a permitir marcharse a casa y mientras, por ejemplo, lee Agronews, en otra ventana del ordenador puede tener abierta la aplicación que le va diciendo, a una semana vista, cómo se va a comportar cada una de sus parcelas.
Vamos, algo así como los padres que tienen al bebé en la cuna en la habitación de al lado, con el interfono en marcha, mientras ellos se aprestan a lo que el respetable lector pueda imaginar en este momento.
Agroaguilar, que viene desarrollando su actividad en el corazón de Tierra de Campos, establece un vínculo más con esta tierra, la suya, la de quien esto escribe y la de, supongo, quien lo lee y entra en una fase de desarrollo que le llevará, sin duda, a ofrecernos nuevos ingenios (por utilizar terminología azucarera) a no mucho tardar. Además, para contarnos todo esto, han tenido la habilidad de confiar su producto a un grupo de enamorados de la información, los chicos de Big Comunicación que, en cuestión de días, se han hecho un hueco muy, muy serio en el mundo de las empresas que se dedican a esto de la imagen corporativa, algo que, dicho sea de paso tampoco deben descuidar las empresas del sector.
De modo que ya lo saben, nada de abandonar la explotación, que eso es dejación de funciones, pero no está de más que seamos agricultores aplicados y la vigilemos por el gran hermano, que ya se sabe que el ojo del amo, desde el ordenador, también engorda el caballo.