La experiencia nos ha demostrado que las mujeres rurales juegan un papel clave en la cohesión y vertebración del territorio, así como en la diversificación de la actividad económica. Una realidad que AMFAR hace visible desde sus primeros pasos en 1991, denunciando las discriminaciones que sufre este colectivo, al tiempo que construye una base de herramientas formativas, informativas y de participación sobre todas aquellas cuestiones que preocupan y afectan a la mujer.
En este camino, AMFAR ha conseguido importantes logros como la aprobación de la Ley de Titularidad Compartida en las Explotaciones Agrarias que reconoce la igualdad de derechos entre la mujer y el hombre.
Sin embargo, para avanzar en igualdad es preciso impulsar la participación de la mujer rural en la vida pública de sus pueblos. Desde AMFAR reclamamos por ello una política de desarrollo rural sostenible e integrada, que tenga en cuenta explícitamente a la mujer, su necesidad de formación y su capacidad de emprendimiento. Sólo así se conseguirá frenar el despoblamiento y el envejecimiento que afecta a muchas de nuestras comarcas, agravados por el crecimiento de la brecha salarial entre géneros.
Un problema que no es el único al que se enfrentan las mujeres. Mes a mes, comprobamos los desgarradores datos que deja la violencia de género. Una lacra que ya ha arrebatado la vida a 24 mujeres, de las que el 43 por ciento de sus víctimas mortales son mujeres que residían en el ámbito rural. Estadísticas, que pese a los avances realizados en los últimos años, nos obligan a no cesar en nuestro empeño por desterrar un problema que dificulta el desarrollo integral de la mujer y de nuestra sociedad.
Una lucha hacia la igualdad que no es posible sin igualdad de oportunidades. Trabajemos por el reconocimiento de nuestra propia valía, de nuestros derechos, aprovechando los caminos que nos marcan nuestra formación y experiencia.