
Austria y Hungría han manifestado su preocupación compartida con Francia ante el proyecto de acuerdo de libre comercio entre la Unión Europea y Mercosur, cuya versión actual se concluyó el 6 de diciembre de 2024 en Montevideo. Este bloque crítico, formado por los ministros de Agricultura y Exteriores de los tres países, advierte de los graves riesgos económicos, sociales y medioambientales que implicaría la entrada en vigor del tratado para el sector agroalimentario europeo.
Una posición común tras reuniones en Budapest y Viena
La ministra francesa de Agricultura y Soberanía Alimentaria, Annie Genevard, se reunió en los últimos días con sus homólogos de Hungría y Austria para coordinar una posición conjunta frente al acuerdo UE-Mercosur. En los encuentros participaron también el ministro húngaro de Agricultura, István Nagy, el ministro de Asuntos Exteriores y Comercio de Hungría, Péter Szijjarto, y el ministro federal austríaco de Agricultura, Silvicultura, Protección del Clima y Medio Ambiente, Regiones y Gestión del Agua, Norbert Totschnig.
El resultado de estas conversaciones fue una declaración firme en contra del actual texto del tratado, al que califican de “desequilibrado y perjudicial” para los intereses agrícolas de la Unión Europea.
Riesgos para la agricultura europea
El ministro István Nagy fue contundente al advertir que la entrada en vigor del acuerdo en su forma actual permitiría la importación masiva de productos agroalimentarios provenientes de los países del Mercosur —Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay— elaborados con estándares medioambientales, sanitarios y laborales inferiores a los exigidos en la UE.
“Una cantidad significativa de productos importados producidos con estándares inferiores podría llevar a la exclusión de productos agrícolas europeos, lo que reduciría significativamente los precios de compra y, por consiguiente, la rentabilidad de la producción agrícola”, subrayó Nagy.
Además, el ministro húngaro señaló que el tratado carece de una cláusula de salvaguardia específica que proteja los sectores agrícolas europeos más sensibles, lo que deja expuestos a los productores ante una competencia desleal y desregulada.
La soberanía alimentaria como eje de preocupación
El ministro austríaco Norbert Totschnig añadió que la agricultura no es solo una cuestión económica, sino también estratégica para la soberanía alimentaria y la resiliencia territorial de Europa. Recordó que los sectores rurales, fuertemente dependientes de la agricultura, son también el sostén de una parte esencial del modelo europeo: la vertebración territorial y la sostenibilidad ambiental.
Por su parte, Péter Szijjarto, ministro de Exteriores de Hungría, expresó que el tratado no solo amenaza la producción agrícola, sino que también pone en riesgo el alma misma de los territorios rurales europeos, al favorecer dinámicas de despoblamiento y abandono del campo si los agricultores pierden su competitividad.
Una cuestión de equidad y reciprocidad
Los tres países exigen que cualquier acuerdo de libre comercio que firme la Unión Europea debe basarse en principios de reciprocidad, equidad y sostenibilidad. En palabras de Annie Genevard:
“Un acuerdo que era malo, sigue siéndolo. La situación geopolítica actual no hace sino reforzar nuestra convicción de que necesitamos una producción agrícola europea fuerte, justa y protegida”.
Desde esta perspectiva, el tratado Mercosur, tal y como está planteado, no garantiza condiciones simétricas de competencia, lo que podría derivar en una pérdida irreversible de tejido productivo en el medio rural europeo.
Contexto geopolítico y crisis de confianza
Las tensiones internacionales, el impacto del cambio climático, la inflación alimentaria y la creciente demanda ciudadana de alimentos seguros, sostenibles y locales han llevado a que el debate sobre el tratado Mercosur recobre fuerza. Para Francia, Austria y Hungría, la actual coyuntura internacional obliga a ser todavía más cautos con los tratados comerciales que comprometan la soberanía estratégica de Europa.
Genevard, Nagy, Szijjarto y Totschnig coinciden en que la agricultura no puede ser moneda de cambio en las negociaciones comerciales, ni verse debilitada por acuerdos que prioricen el beneficio inmediato sobre la resiliencia a largo plazo de las regiones rurales.
h2. Próximos pasos: hacia un bloque de veto
Aunque el tratado ya ha sido concluido en su versión actual, su entrada en vigor requiere aún la ratificación por parte del Parlamento Europeo y de todos los Estados miembros. En este contexto, la oposición conjunta de Francia, Austria y Hungría podría constituir un bloque con suficiente peso político como para bloquear o renegociar el texto.
La presión para introducir cláusulas de salvaguardia agrícola, mecanismos de control ambiental y condiciones laborales mínimas en los países del Mercosur será creciente en los próximos meses. Otros países como Irlanda, Polonia o Eslovenia también han expresado reservas, aunque de momento no han articulado una estrategia común.