Asaja-AVA prevé unas pérdidas de 150 millones por las lluvias y el frío en la agricultura valenciana

Agronews Castilla y León

19 de mayo de 2022

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Tras dos meses y medio de precipitaciones persistentes, bajas temperaturas y falta de horas de sol, los agricultores de la Comunitat Valenciana empiezan a constatar a pie de campo los verdaderos daños que ya han sufrido o van a sufrir la mayoría de sus cultivos. Un estudio de los servicios técnicos de la Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-ASAJA) cifra en más de 150 millones de euros las pérdidas previstas a causa de la anomalía climática en el sector agrario valenciano. La superficie afectada asciende a 120.000 hectáreas y entre los cultivos que mayores perjuicios acumulan destacan los cítricos, la almendra, las frutas de hueso, el caqui y las hortalizas (cebollas, patatas y alcachofas principalmente), así como destrozos en infraestructuras agrarias.

Los cítricos, sobre todo naranjas y mandarinas, son el cultivo que prevé alcanzar mayores pérdidas: en torno a 80 millones en una superficie de 50.000 hectáreas. Por un lado, en la presente campaña cientos de toneladas de frutos que estaban pendientes de recolectar acabaron cayendo al suelo o quedándose en el árbol por la merma de valor comercial. Por otro lado, de cara a la próxima temporada, el exceso de humedad también ha ocasionado problemas de podredumbre en la floración que reducirán la cosecha futura en multitud de explotaciones. Asimismo, al igual que ocurre en otros cultivos, los agricultores se ven obligados a asumir sobrecostes económicos para realizar aplicaciones dirigidas a minimizar el ataque de plagas y enfermedades que pueden multiplicarse con la combinación de humedad y altas temperaturas.

La almendra valenciana afronta una campaña históricamente difícil con unas pérdidas estimadas en 18 millones. La ola de frío ártico a principios de abril provocó graves heladas en unas 30.000 hectáreas de las comarcas interiores, hasta el extremo de echar a perder la totalidad de la cosecha en cientos de campos y causar un desplome del 70% en la producción autonómica. La escasez de horas de calor y las lluvias reiteradas hasta mayo agravaron los problemas de cuajado, mientras que la proliferación de hongos por el calor actual eleva la necesidad de tratamientos.

Otra producción en mínimos históricos es la fruta de hueso (melocotones, nectarinas, albaricoques, ciruelas y cerezas) debido a los efectos devastadores de las lluvias coincidiendo con las fases de floración y brotación. Una superficie de 10.000 hectáreas ha sufrido siniestros climáticos, con una caída media superior al 60% del potencial productivo y unas pérdidas de 16,5 millones.

El caso del caqui es preocupante porque, además de los brotes florales que quedaron ‘quemados’ por las heladas en zonas frías de varias comarcas, hay otros muchos frutos que sin presentar síntomas de heladas han caído al suelo y, por tanto, contribuyen a reducir la próxima cosecha. La superficie con daños de gravedad asciende a 5.000 hectáreas y las pérdidas podrían alcanzar los 12 millones.

Las precipitaciones primaverales, sobre todo la lluvia torrencial del 3 de mayo en L’Horta, destrozaron campos enteros de hortalizas, especialmente de cebollas y patatas. La supresión de fungicidas ha dificultado aún más la lucha contra los hongos, que han tenido en este exceso de humedad unas condiciones idóneas para su proliferación. Las pérdidas directas, calculadas en 11 millones, sumadas a los bajos precios de años anteriores, ponen en peligro la continuidad de los dos principales cultivos que los horticultores rotan con la chufa. Las lluvias han retrasado la siembra de la chufa y amenazan con un año negro para la huerta valenciana.

Igualmente, el cultivo del arroz va con varias semanas de retraso porque las labores de preparación del terreno requieren que el suelo esté seco y, aunque no se han producido aún daños, el sector teme sobrecostes energéticos por la gestión hídrica, una merma de producción y un aumento de malas hierbas. Las pérdidas previstas para los arroceros valencianos se sitúan en 1,8 millones.

Por el contrario, las lluvias y el frío han tenido consecuencias menos dañinas para cultivos como la viña y el olivar. El único episodio especialmente negativo fue la tormenta de pedrisco registrada el 2 de mayo que golpeó 3.000 hectáreas de viñedos en varios puntos de Valencia y Alicante. La posible proliferación de hongos como el mildiu y oídio, que en los últimos años han ido incrementando sus ataques, también preocupan a los viticultores. Por su parte, los ganaderos deben asumir mayores costes en alimentación y energía, mientras que los apicultores pueden ver mermada la producción de miel debido a los problemas en la floración.

Finalmente, como consecuencia de las abundantes lluvias el sector advierte de destrozos en infraestructuras agrarias, como muros, caminos e instalaciones de riego. En zonas cercanas a barrancos y ríos como el Magro, el arrastre de tierras y cañas también ha provocado taponamientos y problemas en conducciones para el riego. Las pérdidas en este capítulo suman otros 10 millones de euros.

Por ello, AVA-ASAJA reitera la necesidad de que las administraciones nacionales, autonómicas y locales pongan en marcha ayudas directas y medidas fiscales (como reducción del IBI Rústico, rebaja de módulos, créditos bonificados, etc.) destinadas a aliviar la ruinosa situación que atraviesan los agricultores valencianos no solo por la anomalía climática, sino también por la escalada de los costes de producción y la incapacidad real para repercutirlos en los bajos precios.

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