«Alfalfa: un cultivo de presente y con mucho futuro» AGROPAL

Agronews Castilla y León

6 de mayo de 2014

alfalfa, cebada, toledo
El cultivo, muy adaptado a Castilla y León tanto en regadío como en secano, es rentable y puede serlo más si se realizan las labores adecuadamente, aquí desde AGROPAL se ofrecen algunos consejos para mejorar ciertos aspectos de su manejo en campo.

La alfalfa tiene su área de origen en Asia Menor y sur del Caúcaso. Los persas introdujeron este cultivo en Grecia y de ahí pasó a Italia en el siglo IV a. C. La gran difusión de la alfalfa fue llevada a cabo por los árabes a través del norte de África, llegando a España, desde donde se extendió a toda Europa. La alfalfa pertenece a la familia de las leguminosas, cuyo nombre científico es «Medicago sativa». Se trata de una planta perenne, vivaz y de porte erecto.

La raíz principal es pivotante, robusta y muy desarrollada (hasta 5 m. de longitud) con numerosas raíces secundarias. Posee una corona que sale del terreno, de la cual emergen brotes que dan lugar a los tallos. Los tallos son delgados y erectos para soportar el peso de las hojas y de las inflorescencias. Además son muy consistentes, por tanto es una planta muy adecuada para la siega.

Las hojas son trifoliadas con márgenes lisos y con los bordes superiores ligeramente dentados. La flor característica de esta familia es la de la subfamilia Papilionoidea. Son de color azul o púrpura, con inflorescencias en racimos que nacen en las axilas de las hojas. Se trata de una legumbre indehiscente que contiene entre dos y seis semillas amarillentas, arriñonadas y de 1,5 a 2,5 milímetros de longitud.

Importancia económica:

Es un cultivo muy extendido en los países de clima templado. La ganadería intensiva es la que ha demandado de forma regular los alimentos que ha tenido que proveer la industria, dando lugar al cultivo de la alfalfa, cuya finalidad es abastecer a la industria de piensos y a las explotaciones ganaderas de vacuno, ovino y caprino.

La importancia del cultivo de la alfalfa es como fuente natural de proteínas, fibra, vitaminas y minerales. Además de la importante fijación simbiótica del nitrógeno para el propio cultivo y para los siguientes en las rotaciones de las que forma parte.

El cultivo -tradicional y muy adaptado en nuestra zona, tanto en regadío como en secano- es rentable y puede serlo más si lo tratamos adecuadamente y mejoramos ciertos aspectos de su manejo en campo.

Suelos

Son válidos muchos terrenos, mejor con buena fertilidad y con pH neutro o ligeramente básico (el ideal es pH 7). La bacteria nodulante de la alfalfa es «Rhizobium meliloti»; esta especie es neutrófila y deja de reproducirse por debajo de pH 5. Por tanto si falla la asimilación de nitrógeno la alfalfa lo acusa y no se desarrolla.

Los suelos salinos son muy perjudiciales para la alfalfa: hacen disminuir el tamaño de las hojas y finalmente producen parada vegetativa. Los terrenos deben de ser profundos y bien drenados: si son de menos de 60 centímetros no son adecuados.

Implantación del cultivo

Las labores de preparación del terreno se inician con un subsolado (para remover las capas profundas sin voltearlas ni mezclarlas) que mejorará las condiciones de drenaje y aumentará la capacidad de almacenamiento de agua del suelo. A continuación se realizan sucesivos gradeos (de dos a tres), con la finalidad de nivelar el terreno y disminuir el encharcamiento debido al riego o a intensas lluvias. Se recomienda intercalar las labores de gradeos con aplicaciones de abonos para mezclar los fertilizantes con la tierra y homogeneizar su distribución.

Abonado

Utilizaremos, para la implantación del cultivo, un 4-20-20 con azufre. Este abono aporta las unidades de fósforo, potasio y azufre adecuadas, al igual que un pequeño aporte de nitrógeno para alimentar las jóvenes plantas hasta que establezcan un sistema radicular en simbiosis con las bacterias afines a la alfalfa y que le van a ayudar a generar su propio nitrógeno más adelante. La cantidad adecuada en regadío es 500-700 kilos por hectárea y en secano sería de 300-500 kilos por hectárea.

Este mismo abono lo aplicaremos a la salida del invierno todos los años del cultivo. La pequeña cantidad de N que lleva va a favorecer que el brote, después del invierno, sea más rápido y potente. Otras opciones de abonado son 0-20-20, 0-24-16 o 0-18-24, según el tipo de suelo.

Semillas

Es importante elegir una buena semilla, puesto que es un cultivo para varios años. En secano se puede optar por ecotipo Tierra de Campos. Adaptadas a secano y regadío hay variedades como Victoria, Aragón, Capitana, etc.

La siembra debe ser en primavera u otoño eligiendo un periodo de lluvias cercanas y heladas inexistentes. La profundidad de siembra será en terrenos medios/pesados de entre 1 y 1,5 centímetros y en terrenos ligeros de 1,5 s 2 centímetros.

Malas hierbas

Las malas hierbas son un aspecto importante tanto en la instalación del cultivo como en años sucesivos. Después de la siembra hay que estar muy atentos si hay muchas malas hierbas (avena loca, rebrotes de cereal, crucíferas, etc) que comprometan la nascencia de la alfalfa, puesto que en este estadío, la alfalfa es muy vulnerable.

Para aplicaciones en alfalfa desde el primer año de cultivo recomendamos Harmony y Pulsar contra malas hierbas de hoja ancha y Nervure Super y Nuzifop contra gramíneas. Para aplicaciones en cultivos de dos o más años recomendamos los tratamientos herbicidas de invierno, donde podemos limpiar muchas malas hierbas desde el principio y obtener una alfalfa de mayor pureza y calidad. Lexone, Pulsar y Harmony -solos o mezcla de los mismos-, son adecuados contra malas de hoja ancha.

En primavera iríamos con herbicidas de contacto y postmemergencia temprana de las malas hierbas: Embutone contra malas hierbas de hoja ancha y Nervure Super contra gramíneas.

Un comentario aparte merece la cuscuta, que carece de hojas, clorofila y raíces, por lo que extrae la savia elaborada de la alfalfa mediante chupadores. La cuscuta forma una madeja de tallos filamentosos y volubles que envuelven a la alfalfa hasta ahogarla. Las recomendaciones para su control son en primer lugar utilizar semillas de alfalfa libre de cuscuta. Ya en cultivo, es necesario segar el rodal afectado y amontonarlo fuera del alfalfar destruyéndolo. La tercera opción es aplicar Glisofato a bajas dosis. Aunque se pierda parte de la producción del año, eliminan la cuscuta y no destruyen al cultivo de alfalfa.

Plagas

En primavera, debemos estar atentos a las plagas, enfermedades y carencias. Las plagas más corrientes en nuestra zona son: cuca, apión, gusano verde y pulgón. Se solucionan con un tratamiento insecticida antes del primer corte y/o el segundo. Este tratamiento le damos con Clorpirifos y Z Cipermetrin. La enfermedad más frecuente es el mal vinoso (Rhizoctonia).

Carencias y siega

La alfalfa es un cultivo exigente en Boro para su perfecto desarrollo. Por eso a la vez que hacemos los tratamientos contra plagas en primavera deberíamos aportar microelementos para prevenir carencias, especialmente Boro.

El momento óptimo de la siega coincide en el inicio de la floración. El hilerado debe hacerse con rocío para no perder la hoja y no incorporar tierra en el forraje. Insistimos reiteradamente en que no se incorpore ni tierra ni piedras en el hilerado ya que la pérdida de valor de la alfalfa con tierra o piedras es muy grande, lo que se traduce de forma ineludible en una merma importante de ingresos para el agricultor.



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