Agricultura y biodiversidad se dan la mano gracias al proyecto de control biológico del topillo de GREFA

Agronews Castilla y León

26 de enero de 2023

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Más de 3.000 cajas nido han sido colocadas por GREFA en siete comunidades autónomas con el objetivo de fomentar las poblaciones reproductoras de aves rapaces depredadoras de roedores que causan daños a la agricultura, principalmente el topillo campesino (Microtus arvalis). De estas cajas nido, 1.800 son objeto de seguimiento anual por parte de los técnicos de GREFA en Castilla y León. La ONG prevé en breve ampliar la cobertura de estos nidales con la instalación de otros doscientos en el sur de la provincia de León.

Esta acción se encuadra en el proyecto de control biológico del topillo campesino de GREFA, que nació en 2009 como una alternativa que evitase los graves daños al ecosistema y a la biodiversidad derivados de dos métodos que por entonces se aplicaban en Castilla y León contra este roedor y que actualmente están prohibidos: los rodenticidas anticoagulantes y las quemas de vegetación natural. El topillo campesino está presente en las áreas agrícolas de la Meseta Norte y el Valle del Ebro, donde puede llegar a ocasionar importantes daños en los cultivos y problemas sanitarios debido a su gran capacidad reproductiva, que deriva en explosiones demográficas que facilitan la dispersión de enfermedades como la tularemia.

“Nuestro objetivo ha sido aplicar el concepto de Soluciones Basadas en la Naturaleza para restaurar el equilibrio entre depredadores y presas, mediante acciones que favorezcan la presencia de rapaces autóctonas especialistas en la captura de roedores, sobre todo a través de la instalación de cajas nido que facilitan el asentamiento de estas aves en áreas agrícolas afectadas por plagas de topillo”, explica Fernando Garcés, secretario general de GREFA.

El cernícalo vulgar, la lechuza común y el mochuelo europeo son las rapaces a las que va destinada la gran mayoría de las cajas nido instaladas por la ONG en Castilla y León. Antaño habituales en los campos españoles, desde mediados del siglo XX estas aves han ido perdiendo sus lugares de nidificación por la simplificación e intensificación agrícolas. Se estima que cada familia de estas especies asentadas en una caja nido puede consumir entre setecientos y novecientos topillos durante el período reproductor (entre abril y julio).

Resultados alentadores de ocupación de nidales
El proyecto de control biológico del topillo campesino de GREFA se inició hace catorce años con la instalación de cuarenta cajas nido para rapaces en un pueblo vallisoletano y desde entonces se ha extendido a casi un centenar de municipios de Castilla y León.

Un indicador del éxito del proyecto son los datos de ocupación obtenidos durante la temporada reproductora de 2022 en las cajas nido instaladas por GREFA en Castilla y León: en esos nidales se contabilizaron 762 parejas y 1.788 pollos de cernícalo vulgar,199 parejas y 498 pollos de lechuza común y 32 parejas y 81 pollos de mochuelo europeo. “Estos resultados son alentadores porque suponen un beneficio directo para el agricultor, además de contribuir a la salud pública ya que las rapaces a las que favorecemos depredan sobre roedores potencialmente dispersores de enfermedades infecciosas”, recuerda Garcés.

Proyecto de carácter conciliador
El proyecto de control biológico del topillo campesino de GREFA recibe en la actualidad el apoyo de dos iniciativas en la misma línea emprendidas a posteriori por las administraciones: el proyecto Gestión Integrada del Topillo Campesino (Gesinttop), a iniciativa del Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León (ITACyL) y las diputaciones provinciales de Palencia y Valladolid, y el proyecto “Trabajos experimentales de control biológico en la Submeseta Norte”, de Tragsatec y el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico.

Esta línea de trabajo de la ONG responde a tres de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030 de las Naciones Unidas, así como a la Estrategia Europea de Biodiversidad y la Estrategia de la Granja a la Mesa. Uno de los grandes hitos del proyecto ha sido ver reflejadas sus líneas técnicas de actuación, medidas de conservación agroambiental y bases científicas en el nuevo marco normativo aprobado en Castilla y León en 2019 para la gestión integrada de los riesgos derivados de la presencia de topillo campesino.

“Nuestra presencia continuada en el territorio, el trabajo de campo que realizan nuestros trabajadores y voluntarios, las campañas informativas y divulgativas y la interlocución con los agentes locales confiere a este proyecto un carácter conciliador que ha permitido la colaboración, concordia y apoyo de centenares de profesionales del campo, ayuntamientos, juntas agropecuarias locales y cotos de caza”, concluye Garcés.



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