«Agalaxia contagiosa, control y prevención» AGROPAL

Agronews Castilla y León

13 de abril de 2017

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La agalaxia contagiosa es una enfermedad bacteriana que afecta a pequeños rumiantes y que está causada por microorganismos pertenecientes al género Mycoplasma. Esta enfermedad puede ser considerada endémica en muchas zonas de España. Dadas su dificultad de control y las importantes pérdidas económicas que causa en las explotaciones afectadas, hacen de esta patología una de las más importantes en explotaciones de ganado ovino y caprino.

La agalaxia contagiosa se ha relacionado tradicionalmente con Mycoplasma agalactiae, que es la principal especie bacteriana causante de la enfermedad en ovejas. Sin embargo, existen otras especies de micoplasmas implicadas en esta patología, sobre todo en cabras, como son Mycoplasma capricolum y Mycoplasma mycoides.

La sintomatología de la enfermedad, fundamentalmente en brotes agudos, puede ser la triada clásica asociada a la misma: queratoconjuntivitis, poliartritis y mamitis. Sin embargo, en la mayoría de los casos lo que se observa es la aparición de mamitis, calientes, de secreción acuosa, un aumento en el recuento de células somáticas en leche acompañado de un brusco descenso de la producción láctea de los animales.

La fuente de transmisión más importante de la agalaxia contagiosa es la introducción de animales infectados en las explotaciones. Esta es la principal causa por la que se pueden dar casos en explotaciones que han permanecido libres de la enfermedad hasta ese momento. En las granjas en que la agalaxia contagiosa se encuentra de forma endémica, que es lo más común en nuestra comunidad autónoma, se pueden producir reactivaciones periódicas de la enfermedad por diversas causas. Una vez en la granja, la principal vía de contagio entre animales es la galactófora entre ovejas y cabras durante el ordeño, pero no se pueden perder de vista los posibles contagios vía digestiva, respiratoria o genital.

Una vez presente la patología en el rebaño y realizado el diagnóstico, salvo que se decida el sacrificio de todo el rebaño, su control pasa por restablecer el estado subclínico de la enfermedad mediante el empleo de antibióticos con duración adecuada, generalmente 3 ó 4 días. Entre los tratamientos antibióticos de elección se encuentran los macrólidos (como tilosina, eritromicina o espiramicina), lincosaminas (lincomicina) y quinolonas (enrofloxacina).

Una vez estabilizada la situación clínica en el rebaño se pasará a realizar determinadas medidas de manejo de gran importancia:

  • Selección y desvieje de individuos con secuelas de la enfermedad. Realización de palpaciones de ubres de forma periódica para la localización de estos individuos.
  • Como ante cualquier enfermedad infecciosa, es preciso extremar al máximo las medidas de higiene aplicadas en la explotación. En el caso que nos ocupa, es vital un adecuado programa de higiene del ordeño en que se incluye un adecuado funcionamiento de la máquina de ordeño, una buena rutina de ordeño, y otras medidas como el baño de pezones, etc. No se debe descuidar el cuidado higiénico de los alojamientos de los animales, con especial atención al estado de las camas, comederos y bebederos.
  • Aunque el empleo de vacunas no protegerá completamente frente a la enfermedad (debido a las variaciones antigénicas del mycoplasma), es fundamental una vacunación sistemática de todos los animales del rebaño 2 ó 3 veces al año. En el caso de las corderas y cabritas de reposición la inmunización se debe realizar a partir de los 3 ó 4 meses de vida, con una revacunación en el preparto.
  • Es de gran importancia la aplicación de correctos tratamientos de secado de forma sistemática. Con el fin de reducir al máximo el número de animales excretores de micoplasmas que se incorporan al ordeño, es interesante valorar la repetición de estos tratamientos en el periparto. Como en todos los tratamientos, se deben respetar de forma adecuada los periodos de supresión de los medicamentos empleados para evitar la presencia de residuos de antibióticos en la leche.
  • La realización de controles periódicos de leche de tanque es de gran ayuda para conocer el estado sanitario del rebaño y de la efectividad o no de los tratamientos medicamentosos o vacunales aplicados, así como de las medidas de manejo aplicadas.
  • Controlar la entrada de animales mediante chequeos serológicos (recordar la existencia de animales asintomáticos que pueden portar la bacteria en el interior del pabellón auricular), evitar el contacto con otros rebaños (no compartir pastos, no acudir a ferias).

La erradicación completa de la enfermedad es muy complicada cuando se encuentra en una situación subclínica.



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